miércoles, 14 de octubre de 2009

ENSAYO


ART FORUM BERLÍN


Organizada por el Messe Berlin GMBH y un comité asesor de galerías internacionales, la prestigiosa feria internacional Art Forum Berlín abrió sus puertas al público el día 24 del pasado mes. Su decimocuarta edición reunió a más de 180 galerías de alrededor de 25 países que fueron visitadas por unos 40.000 espectadores ansiosos por conocer las nuevas obras de artistas tan renombrados como Nobuyoshi Araki, Dora García o el tan polémico Giovanni Morbin con su instalación Rob entre tantos otros.

A pesar de contar con una nueva dirección a cargo de Eva-Marie Häusler y Peter Vetch, cuyos cambios en la feria resultaban imprescindibles, sobre todo tras la crisis que nos ha asaltado, la edición del 2009 ha sido, lamentablemente, una de las menos acertadas de todas las celebradas hasta el momento.

Las galerías veteranas prefirieron no llevar grandes creaciones de sus mejores artistas para, a cambio, mostrar obras de años anteriores por miedo a pasar por la feria sin vender un cuadro; y el sector focus (dedicado a las nuevas galerías), que solía destacar por sus artistas innovadores y controvertidos, presentó un arte repetitivo - más de una galería exponía trabajos que recordaban sospechosamente a los de Donald Judd - poco excitante y harto decepcionante.

Desde estatuas de falos que parecían sacados del sex-shop más pomposo (Galería Van Horn) hasta troncos de madera agrupados en forma de hoguera sin más, pasando por fotografías de Robert Capa (Galería Kicken Berlin) vistas por enésima vez o un videoarte pésimo, al más puro estilo casero - sólo merecía la pena la pieza de vídeo de Omer Fast (Galería Arratia, Beer) -, el arte mostrado resultó postmoderno, poco novedoso y excesivamente aburrido.

La nueva edición de Art Forum evidenció los bostezos de cansancio de la mayoría sus espectadores a los cuales era más habitual ver en un ambiente relajado y de escaso interés que en la, de costumbre, ajetreada y angustiosa fiebre de compra. A pesar del habitual optimismo que mostraban la prensa y los galeristas, en general, la feria sufrió una mayor escasez de compradores y, por consiguiente, un notable descenso en las ventas.

Menos mal que "no hay mal que por bien no venga", y que la carencia de buen arte se pudo equilibrar con el hecho de que la feria resultó ser un extraordinario punto de encuentro para la comunicación, intercambio de información y reflexión entre los visitantes, gracias a que los ansiosos marchantes aprovecharon su tiempo para disfrutar de conversaciones mucho más atractivas que las obras de arte en sí.

Aunque es obvio que la coyuntura económica no ha sido el mejor amigo del arte en este último año, el que hubiese que sumarle el hecho de que las obras de interés brillaban por su ausencia, incitaba a abandonar el edificio y toda esa fiebre mercantil que le rodeaba para poder gozar de otras exposiciones y eventos que se estaban organizando en paralelo y que, desde mi punto de vista, son los verdaderos protagonistas que han contribuido a convertir a la capital alemana en uno de los centros neurálgicos del arte contemporáneo europeo.

Sara Alfonso.

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