lunes, 15 de junio de 2009

domingo, 14 de junio de 2009

PHOTOESPAÑA´09



FOTOGRAFÍAS DE LO COTIDIANO


La fotografía, quizá por ser un arte más tardío, ha encontrado su lugar en el mundo artístico más tarde. Por no hablar de España, donde siempre se ha ido a remolque en esta cuestión. Por ello el papel de los festivales es fundamental, ya que dan a conocer de forma más amplia este arte. Era necesaria la presencia de una muestra puntera en España, que contara con los artistas más importantes del momento y que apostara por nuevas figuras. Como resultado, PHotoEspaña surgió en el año 1998. El sueño de sus creadores se ha cumplido, ya que mediante la sincronización de sus colaboradores han conseguido crear un festival universal y rico. Es preciso señalar que la ayuda de empresas, fundaciones e instituciones públicas y privadas, ha sido imprescindible para que PHotoEspaña llegara al éxito.

En esta nueva edición se ha creado PHotoEspaña Internacional, gracias a lo que se organizan actividades fuera de España y así se pueden reforzar relaciones entre países, tanto institucionales como profesionales, por no hablar de la mayor difusión de la fotografía española en el extranjero. Por un lado, México y Perú acogen la sección Descubrimientos PHE, y por otro, en Lisboa se desarrollan dos exposiciones de fotógrafos españoles. Ya dentro de nuestras fronteras, en Cuenca podemos encontrar Openphoto, donde se proyectan propuestas culturales de otros países. Pero siempre con el afán de llegar a más público y también de afianzar a los antiguos visitantes, los creadores de PHotoEspaña se han preocupado por crear un programa educativo para colegios e institutos, visitas guiadas, talleres de fotografia o PHotoEspaña en la calle, dando así la oportunidad de participar en el festival a ciudadanos de a pie. En Encuentros PHE se debate sobre fotografía, haciéndose hincapié en la relación entre literatura y fotografía. Además hay visionados de los nuevos artistas en Descubrimientos PHE. Todas estas actividades son las que rodean y refuerzan la actividad primordial de PHotoEspaña que es la fotografía y su exposición en un total de 74 exposiciones repartidas en 64 sedes.


PHotoEspaña 2009 lleva como título Sentidos de lo cotidiano, idea sobre la que giran todas las exposiciones. Los protagonistas de PHotoEspaña 2009 son fotógrafos que se caracterizan por su unión a lo habitual, a lo que nos sucede todos los días y con lo que los espectadores podemos sentirnos identificados. Los impulsores de PHotoEspaña 2009 pretenden hacer una reflexión sobre las tendencias en las artes visuales del pasado, comparándolas con las del presente. De esta manera, el espectador puede discernir cuáles han sido los cambios transcurridos con el paso del tiempo. El análisis de lo cotidiano es algo frecuente en las artes visuales actuales y llega incluso a los medios de comunicación de masas como la televisión o internet. Es el apego a lo trivial. El comisario de PHotoEspaña, Sergio Mah, señala un aspecto muy interesante, y es que en un mundo como en el que vivimos, donde la globalización y los mass media están a la orden del día, los artistas y fotógrafos prefieren lenguajes sencillos y directos para mostrar la realidad. Sergio Mah denomina a este fenómeno como back to the basics. Los artistas reunidos en PHotoEspaña 2009 se caracterizan por su creencia en la fotografía como arte que refleja las diferentes realidades de la sociedad actual, siempre desde un punto de vista comprometido.

Carolina Cadenas y María Condado

sábado, 13 de junio de 2009

ESPACIOS PHE



BACK TO THE BASICS



La fotografía, al igual que el resto de artes plásticas y visuales, ha sabido aunar a su función puramente artística, la documental. Cuando tomamos esta particularidad junto con una percepción diferente y única del mundo corriente que nos rodea, de lo cotidiano, se establece un vínculo entre lo real /irreal basado en algo tan subjetivo como es la mirada propia e intrínseca particular, en donde lo representado puede no tener doblez alguna o ser un cúmulo de dobles sentidos. Eso es la realidad y es lo que se presenta en Años 70. Fotografía y vida cotidiana, retrospectiva fotográfica perteneciente a la duodécima edición de Photoespaña, que toma como escenario el Teatro y Centro de Arte Fernán Gómez, en la que se ofrece la visión de una década, siempre recordada por ser la época del despertar sexual y de la liberación con respecto a diferentes tabúes, a través de los ojos de 23 artistas de los cinco continentes, en donde esa diversidad de visiones permite al espectador hacerse una idea de cuáles eran las costumbres y la sociedad de ese momento.

En un primer momento se puede creer que nos enfrentaremos ante una simple sucesión de piezas fotográficas, sin embargo, una vez que nos adentramos en ella, comprobamos que la disposición de las mismas no es así. En la exposición se presentan diferentes modos de “ofrecer la mercancía”, combinando las láminas fotográficas características, de distintos tamaños, con diapositivas o con la técnica del collage. En su mayoría, la representación de cada artista viene presentada en forma de serie y bajo el uso de un recurso básico, pero efectivo: la fotografía en blanco y negro.

Cada artista da a su obra un sentido único y particular, encontrándonos con diferentes ámbitos y propuestas. Una forma de vertebrar el conjunto de la exposición sería mediante temáticas, que aunque no siguen el orden expuesto ayudan a que el espectador entienda de mejor forma el conjunto. En este sentido tenemos cuatro pilares sobre los que se construye la exposición. En primer lugar, obviamente, se encuentra el tratamiento que del ambiente que rodea al ser humano, en este caso al fotógrafo, se da mediante la imagen, en donde esta percepción puede basarse en el propio entorno (García-Alix), en la otra realidad presente (Anders Petersen) o en la simple recreación de la vida personal mediante imágenes típicas familiares (Christian Boltanski) o, dentro de esta corriente, la perspicacia de mostrar lo “olvidado” de nuestro día a día, como las transiciones (Fina Miralles) o el sueño (Sophie Calle).Junto a esta visión se encuentra también la función de la fotografía como documento visual, histórico y/o crítico, en donde tienen cabida el carácter antropológico del ser humano, el uso de la cámara como arma de defensa (Laurie Andersen) o como simple espejo reflector, tanto de una situación política (David Goldblatt) como de denuncia social (Kohey Yoshiyuki). El individuo va cobrando, poco a poco, cada vez más importancia como ser independiente con sus propias ideas, visible en la exposición, donde hay muestras del nuevo papel de la mujer (Cindy Sherman), del culto al cuerpo (Ed van der Elsken), de las múltiples personalidades del individuo (Carlos Pazos) y del mundo publicitario (Karen Knorr). En relación con ello, cabría destacar en último lugar el papel activo del propio fotógrafo, visible de forma clara en sus planteamientos, como crítico de ciertas actividades (las condiciones de los obreros por Allan Sekula), como simple voyeur o como intercesor intencionado del producto final (Claudia Andujar).

Aparte, encontramos las interesantes propuestas africanas, de la mano de Halick Sindibé y J.D. ‘Okhai Ojeikere, en donde se comprueba la diferencia de medios que se da entre el primer y el tercer mundo, ya que mientras que el resto de fotógrafos utilizan potentes cámaras, incluso con complejos montajes expositivos, estos fotógrafos se sirven de medios más sencillos: por un lado, Halick Sindibé muestra un relato social de Mali sirviéndose de fiestas que muestran el modo de vida de los jóvenes de clase media de la ciudad, cuyas pequeñas fotografías están pegadas de forma bastante precaria en cartones a modo de carpeta, mientras que por otra parte J. D. ‘Okhai Ojeikere presenta distintos peinados nigerianos, señalando su importancia dentro de las etnias y la sociedad.

Carolina Cadenas y María Condado

viernes, 12 de junio de 2009

GALERÍAS PHE


GALERÍA MARTA CERVERA
Jenny Holzer

Desde mediados de los años 70 hasta hoy, Jenny Holzer ha consolidado la fama de su carrera artística con una obra que toma como soporte el lenguaje. Sus mensajes -PROTECT ME FROM WHAT I WANT- se cuelan en nuestras revistas, programas de televisión, carteles publicitarios, edificios emblemáticos, camiones de la basura… Insertadas en nuestros espacios comunes -I FEEL YOU- son frases breves, precisas a la vez que ambiguas, que asaltan nuestros momentos cotidianos hasta hacer que nos preguntemos: ¿quién lo dice? y ¿a quién? Estampados en camisetas o escritos en neón, Holzer, tras un inquietante anonimato, evidencia aquellos prejuicios y contradicciones que rondan nuestras mentes mientras estamos, por ejemplo, esperando el autobús. Las fotografías de estos mensajes –ABUSE OF POWER COMES AS NO SURPRISE- son el mejor documento de cómo las imágenes pueden significar un discurso, a la vez que las palabras pueden convertirse en imágenes.
Hasta el 18 de Julio.

GALERÍA ASTARTÉ
Gilbert Garcin

Nacido en 1929, Gilbert Garcin no llegó a la fotografía hasta los 65 años de edad, por lo que podemos hablar de él como si se tratase de un joven artista. Circunstancias de la vida, desde entonces, su mundo cambia por completo, creando un universo paralelo para sus fotografías en el que habita un personaje enigmático pero divertido, sencillo y cotidiano. Tan cotidiano que posee siempre el propio rostro del artista, y tan misterioso que el tiempo nunca pasa por él (su cara tiene siempre la misma edad, 66 años). La galería Astarté nos muestra estos días en sus salas ese universo inquietante a la vez que ingenuo, donde el collage fotográfico deja intuir la mano del artista de forma premeditada. Max Ernst introducía la fotografía en sus collages para proporcionarles una ambigua apariencia de realidad. Garcin procede al contrario, incorporando el collage a la fotografía con la intención de enriquecer esa apariencia real con un toque onírico y abierto a diversas interpretaciones.

Hasta el 24 de Julio.

GALERÍA DOLORES DE SIERRA
Hong Hao / My Things

La serie My Things sitúa al espectador frente a frente con esa enajenación que nos invade y nos hace acumular objetos que no necesitamos. Hong Hao (Beijing 1965) es un conocido fotógrafo chino con una obra diversa y crítica, interesada siempre por la experimentación con el medio. Ha dedicado años de su vida a escanear con el ordenador cosas, sus cosas. Pasaportes, cds, planchas, enchufes… todo aquello que acumula en su vida diaria. Luego los une y ordena, creando imágenes-puzzle llenas no sólo de formas y colores sino también de ironía y sarcasmo. Estas bellas composiciones conformadas por decenas, cientos de elementos, intentan poner orden en una sociedad de consumo que parece haber perdido el norte. Georges Bataille pensaba que una cultura siempre produce más de lo que necesita, situación que cada vez se hace más evidente en nuestra sociedad contemporánea, que concede mayor rango a aquel que adquiere y acumula, e impone como criterio base la productividad.
Hasta el 25 de Julio.

GALERÍA MARITA SEGOVIA
Matías Costa / Fragmentos de un decorado


Sin acción, sin discurso. Sólo por el placer de mirar y contemplar, debemos acercarnos a los paisajes que constituyen Fragmentos de un decorado, un trabajo que Matías Costa, miembro fundador del colectivo NOPHOTO, ha ido realizando durante estos últimos cinco años. Según dice él mismo: “Lo íntimo tiene que ver con los límites y con el tiempo, o más bien el tempo de las cosas, su ritmo. No existe intimidad en la urgencia”. Así, sentimos en estas fotografías la calma y sosiego del dejar pasar las cosas, aproximándonos a una intimidad a la que este artista, periodista y fotógrafo colaborador habitual de The New York Times, no nos tenía acostumbrados. Los viajes, tan estrechamente ligados desde siempre al género fotográfico, sirven a Costa para retener aquellos instantes que nunca podrán repetirse de la misma manera, constituyendo así con cada imagen “fragmentos de un decorado que se borra, deshabitado de acontecimientos”.

Hasta el 31 de Julio.

Críticas de Jennifer Calles.

jueves, 11 de junio de 2009

GALERÍAS



MADRID / GALERÍA ARNES & RÖPKE

Sigmar Polke:
"Entre lo solemne y lo irónico"

Les propongo una cosa: imaginen por un momento esa obra maestra de Caravaggio, la naturaleza muerta que supone su Cesta de fruta. Ahora quítenle cada uno de los elementos que contiene. Primero las hojas, después las manzanas, el limón y todos los elementos naturales que quedan. Cambien aquellos objetos por otros que nos sean cotidianos en nuestra vida contemporánea, por ejemplo en una oficina. Situemos un vaso con agua, unas tijeras y cambiemos las escenografías, una barroca por otra del siglo XXI. Si elevamos todo, hasta casi tocar el cielo, obtenemos una fotografía de Sigmar Polke. La ingravidez que caracteriza a sus elementos cotidianos, trata de evocarnos eso que el pintor italiano Caravaggio, anhelaba hacer con los géneros menores de la pintura. Las naturalezas muertas que hasta entonces eran vistas como vulgares, debían empezar a tomar la importancia que merecen en la historia de la pintura. Este proceso se desarrolló de la misma forma en la fotografía. Sigmar Polke trata de catapultar sus objetos hasta convertirlos en cosas extraordinarias. Un aura mística aparece en sus instantes congelados, otorgando a los elementos cotidianos todos los matices que nos pasan inadvertidos durante la fluidez normal del tiempo. Los objetos vulgares se convierten así en objetos artísticos y pasan de una esfera íntima a otra universal y pública. Una cierta desestabilización a la hora de captar sus imágenes, provocada por ligeros movimientos al disparar la cámara, aportan matices borrosos que acentúan el carácter “movedizo” de nuestra memoria. ¿Es verdad que ví un pepino en mitad de una de sus fotografías?, ¿forma parte todo ésto de un carácter con una racionalidad profunda o es un simple juego de ironía?

Hasta el 31 de Julio.
Crítica de Luis Cáceres




LONDRES / MICHAEL HOPPEN GALLERY

Ofer Wolberger:
"(life with) Maggie"

Al entrar por la puerta de la Michael Hoppen Gallery, situada relativamente cerca de la estación Victoria de Londres, un pasillo cuyas paredes están llenas de recortes de periódicos nos da la
bienvenida. El visitante no sabe muy bien si se ha equivocado de edificio y sólo unos carteles le indican el camino hacia la planta superior. Desconcertado e inseguro, sube las escaleras hasta una sala. Es ahí donde nos espera ellaU una mujer enmascarada sin apellido, sin edad, sin biografía. Solo conocemos su nombre: señoras y señores, esta es Maggie. Ella es la protagonista de las fotografías que decoran las paredes blancas, pero es una protagonista que parece no tener historia. No hay ningún dato que nos ayude a saber quién es y qué hace en esos lugares donde está retratada. Ni siquiera sabemos si está contenta o triste porque la máscara que le oculta el rostro nos impide saber más. Entonces, unas preguntas aparecen en el aire: ¿para qué lleva la máscara? ¿qué quiere ocultar detrás de ella? Quizás el visitante se equivoca al preguntarse estas cosas: a lo mejor detrás de la máscara no se oculta nadaU.puede que Maggie no lleve máscara, sino que ella sea la máscara. Puede ser un personaje sacado de algún collage del pasado que ha querido visitar el mundo real. Ha saltado de su mundo para convertirse en una turista del nuestro. De ahí que viaje por distintos lugares en los que la cámara del fotógrafo Ofer Wolberger la retrata posando delante de objetos y paisajes. Sólo visitando distintos lugares, Maggie conseguirá encontrar algún sitio donde encajar. Solo encajando y sintiéndose parte de un lugar podrá construir su propia identidad, una identidad que sea real. De esta forma, el personaje ficticio creado por Wolberger ya no será ficticio, sino tan real como cualquiera de nosotros. Maggie se ha cansado de ser el rostro de una muñeca de porcelana, se ha cansado de ser un personaje alienado movido por un titiritero. Quiere ser ella la que decida. Pero para eso necesita primero reescribir su propia historia, llenar su álbum de fotos.

Hasta el 25 de Julio
Crítica de Naiara Valdano

lunes, 8 de junio de 2009

EXPOSICIONES PHE 1



¿Demi Moore o Susang Sontag?
Annie Leibovitz y la cotidianedad de su obra



Actores y actrices miran fijamente a una cámara para quedar atrapados en sus instantáneas; grandes mandatarios posan para su famoso objetivo; fotografías conocidas en prácticamente todo el mundo. Y sin embargo lo cotidiano, lo diario, lo privado no desaparecen nunca de nuestras vidas.

Annie Leibovitz, una de las más reconocidas fotógrafas a nivel mundial, consigue encontrar un perfecto equilibrio en su obra entre trabajo y vida personal, Hollywood y su familia, grandes personajes y sus amigos más íntimos. La fotógrafa aterriza en Madrid en el marco de PhotoEspaña con una exposición organizada por el Museo de Brooklyn y que ya ha recorrido diversas ciudades. “Annie Leibovitz. Vida de un fotógrafo: 1990-2005” es una muestra gracias a la cual podemos conocer gran parte del trabajo de esta fotógrafa cuyas imágenes tantas veces hemos visto, aunque no siempre supiésemos quién las firmaba.

Este año PhotoEspaña pone el ojo en lo cotidiano, es decir, todo aquello con lo que estamos tan familiarizados, que a veces ni siquiera le prestamos atención. Es un concepto muy amplio pero esencial para entender la vida que vivimos y todo lo que nos rodea: si cualquiera de nosotros cogiéramos uno de los álbumes familiares que tenemos en casa, comprobaríamos que la fotografía es un puro documento de ese viaje que hicimos hace años, de la boda de nuestro padres, o de la manifestación a la que asistimos para pedir el final de la Guerra de Irak. De la misma manera, las instantáneas de Dorothea Lange documentaron a la perfección los años de la Gran Depresión, y los años setenta quedaron inmortalizados en los objetivos de numerosos fotógrafos de la época.

El trabajo de Annie Leibovitz es quizás algo diferente a los casos anteriormente comentados: sus instantáneas pueden no verse como estrictos documentos de una época, pero con la exposición retrospectiva que se le dedica desde el 18 de junio al 6 de septiembre en Alcalá 31, queda patente que los ámbitos privados y públicos en su obra se funden continuamente.

Leibovitz nació en 1947 en el estado de Connecticut. Después de vivir durante un año en Israel, comenzó su carrera fotográfica como freelance en la revista Rolling Stone, publicación en la que pronto ascendió a editora jefe, y en la que llevó a cabo algunas de sus fotografías más conocidas como es, por ejemplo, la de John Lennon desnudo y abrazado a Yoko Ono. Posteriormente comenzó a trabajar para revistas tan importantes como Vanity Fair, Vogue o Allure; es el momento en el que su carrera comienza a ser reconocida en todo el mundo.

Cada uno de los disparos que Leibovitz efectúa tienen un estilo propio que solamente la fotógrafa posee: muchas de las fotografías son impactantes, y siempre llaman la atención por algún detalle, ya sea el color usado, las poses de los retratados o la luz utilizada. Sin embargo, en todas suele haber un denominador común: la cotidianidad de las imágenes. Si dejamos de lado toda esa parte técnica que caracteriza la obra de un buen fotógrafo, y observamos cualquiera de las fotografías de grandes actores, actrices o políticos, nuestra impresión es que estamos ante una instantánea que perfectamente hubiese podido tomar alguno de nosotros con su propia cámara. De hecho, sin contar con que la mayoría de los protagonistas son personajes tan conocidos cono Demi Moore, Tom Cruise, Nicole Kidman, Patty Smith o la reina de Inglaterra, las imágenes tomadas por Leibovitz poco difieren de las que podría tomarse de cualquier madre encinta, o cualquier familia feliz con su primer hijo.

El equilibrio del que hablaba anteriormente entre su trabajo y su vida personal, queda también patente en los fotogramas con los que Leibovitz nos presenta a gran parte de su familia, desde sus recién nacidos hijos hasta su moribundo padre en el lecho de muerte. Son todas imágenes de gran potencia visual, que consiguen de esta manera transmitir una cercanía y una familiaridad que permite al espectador una mejor apreciación de las mismas. Resultan conmovedoras las fotografías que Leibovitz tomó de su pareja Susan Sontag antes de morir de cáncer en 2004: son imágenes que destilan una gran naturalidad a la vez que demuestran el cariño mutuo de las dos mujeres y el amor que se tenían.

La figura de Sontag en la vida y obra de la fotógrafa americana fue muy importante ya que dio un giro a su trabajo: en 1993 Leibovitz viajó a Sarajevo durante la Guerra de los Balcanes, un viaje que siempre admitió nunca hubiera realizado si no hubiese sido por la opinión de Sontag; allí realizó un trabajo fotográfico que documentaba la vida de la población durante la Guerra, imágenes de gran atracción visual y una cierta cotidianidad que documentan un hecho histórico reciente.

Algo parecido sucedió cuando en 1999, fotógrafa y crítico decidieron crear un libro en honor a las mujeres y a todos los trabajos que desempeñan en la sociedad. De ello nació Womens, un libro con textos de Susan Sontag e imágenes de Leibovitz en las que se juntaban desde fotografías de “mujeres reales” trabajando como mineros, barrenderas soldados, coristas o costureras, hasta instantáneas de “mujeres famosas” como Hillary Clinton o la misma Sontag.

Lo diario; lo cotidiano; lo habitual. ¿Cuántas veces perdemos esos momentos que dan sentido a nuestra vida simplemente porque forman parte de nuestra rutina diaria? La obra de Leibovitz nos permite observar momentos supuestamente privados (o que para nosotros lo serían) de personajes públicos muy conocidos, pero así mismo, también nos permite observar esos momentos de su vida en los que ella abandona su trabajo para vivir como haría cualquiera de nosotros. Eso es lo que hace que su obra sea uno de los trabajos más importantes en el campo de la historia de la fotografía.

La idea de esta exposición que ahora podemos disfrutar surgió mientras Leibovitz daba forma a un libro con el trabajo que había desarrollado en los últimos quince años; es en ese momento cuando la fotógrafa dice haberse dado cuenta de que, a pesar de las diferencias que existen, sus fotografías públicas y privadas tienen un origen común, un punto en el que ambas tipologías se encuentran y se cruzan: lo cotidiano. Leibovitz afirmaba: "No tengo dos vidas. Esto es sólo una vida y tanto mis fotos personales como los encargos son parte de ella”.

Umberto Castillo

domingo, 7 de junio de 2009

EXPOSICIONES PHE 2



UGO MULAS

Más allá de la fotografía


La Fundación BBVA ha sido la encargada de albergar la primera exposición en España dedicada Ugo Mulas. En el marco de la duodécima edición de PhotoEspaña, dedicada a la imagen de lo cotidiano, encontramos el trabajo de este fotógrafo italiano, cuyas estampas en muchas ocasiones, poco tienen que ver con el tema que sirve de eje a la muestra.

Ugo Mulas nació en Pozzolengo en 1928, muy alejado del mundo de la vanguardia italiana. Esta situación cambió en 1948 cuando se estableció en Milán para estudiar derecho. Pronto empezó a frecuentar los lugares de reunión de los artistas y finalmente cambió las leyes por la fotografía, con la que aprendió a trabajar de forma autodidacta. Su carrera comprende tan sólo dos décadas, ya que falleció prematuramente en 1973, a los cuarenta y cinco años de edad. Es importante destacar lo polifacético de este fotógrafo, quien se deslizó acertadamente por muy diversos ámbitos: lo social, la moda, la publicidad, el retrato…

En esta muestra podemos disfrutar de un centenar de imágenes realizadas en blanco y negro, que abarcan toda la trayectoria del artista, por lo que se puede hablar de una auténtica retrospectiva. La exposición está dividida en diferentes partes, que revelan la evolución del artista y los cambios que se fueron produciendo en su fotografía.

El recorrido comienza en un primer espacio dedicado al “Bar Jamaica”, cenáculo de intelectuales, en el que las imágenes de Mulas se caracterizan por un aire neorrealista, con el que también capta el desarrollo de la ciudad italiana, en la que residía en esos años cincuenta, “Milano”.

A continuación aparecen las imágenes más famosas del fotógrafo italiano, en las que retrata a los grandes artistas del momento. En ocasiones presenta a los “genios” inmersos en pleno proceso creativo. Este aspecto produce que, en muchos casos, las obras cobren mayor vida y significado gracias a la atención que Mulas presta a estos momentos: un caso paradigmático son los lienzos rasgados de Lucio Fontana.

A mediados de los años sesenta, Ugo Mulas se trasladó al Nueva York del arte pop, donde se convirtió en un integrante más de la Factory de Andy Warhol, aunque fue Marcel Duchamp quien le ayudó a conocer el verdadero sabor de la Gran Manzana. El fotógrafo recorrió la ciudad de los rascacielos, interesándose por la arquitectura, los estudios de artistas como Jasper Jones o Robert Rauschenberg…

La moda (únicas imágenes en color que están expuestas) y los paisajes urbanos, memorables gracias a la escenografía de la ópera Wozzeck de Alban Berg en la versión dirigida por Virginio Puecher, demuestran la amplitud de intereses del italiano. Mulas era un auténtico intelectual, algo que queda subrayado en el espacio en el que finaliza la muestra “Le Verifiche”, última serie en la que trabajo el artista, donde buscó demostrar las posibilidades conceptuales de la fotografía.

Ugo Mulas es considerado como uno de los renovadores del lenguaje fotográfico italiano. Para él la fotografía era instrumento e idioma, un idioma que no es necesario aprender, ya que simplemente se vive a través de sus imágenes.

Mª Carmen Flores

sábado, 6 de junio de 2009

OTROS OBJETIVOS 1



DETRÁS DEL CRISTAL / ELISA GONZÁLEZ MIRALLES


Con este sugerente título presenta Elisa Gónzalez Miralles [Madrid, 1978] su último trabajo fotográfico en la Galería Tolmo de Toledo.

Detrás del cristal es ciertamente sólido, sereno y evocador. Para los amantes de las clasificaciones, estas nuevas imágenes podrían considerarse cercanas al campo de la abstracción, lo que resulta novedoso y positivo, pues hemos de tener en cuenta que los éxitos profesionales que avalan a esta joven artista han sido otorgados por trabajos cercanos al ámbito del reportaje, como el premio FotoPress concedido en 2007 por su trabajo en torno al Alzheimer.

¿Realmente es incompatible ser reportero y artista? ¿La preocupación social, está reñida con la introspección? ¿No somos seres poliédricos, repletos de intereses diversos? ¿No se trata de saber mirar, independientemente de que la mirada se dirija hacia el exterior o hacia el interior?

Sin duda, un fotógrafo aglutina sensibilidad, reflexión, trabajo y la capacidad de saber contemplar la vida con una mirada propia. La dirección a la que conduzca sus intereses en un momento determinado no debería ser causa de conflicto. Quien sepa mirar la vida, distinguir sus múltiples facetas y ofrecerlas a través de un lenguaje propio, es digno de ser considerado, no etiquetado.

Si bien en otros trabajos la artista propone una mirada hacia problemas que están en nuestra sociedad, como el Alzheirmer o la Inmigración, frente a los que resulta imposible salir insensibilizado, adentrarnos en Detrás del cristal, es sumergirnos en un profundo viaje interior, ante el que resulta igual de complicado no sentirse identificado.

¿Quién no ha viajado de noche, de día, con lluvia, en primavera… practicando el sencillo ejercicio de mirar tras el cristal, concediendo a la propia mente el privilegio de descansar, volar, fluir libremente?…

¿No es en esos momentos de auténtico bienestar, en esos espacios de libertad y relajación, donde más profundamente se llega a un tipo de reflexión entorno a uno mismo? ¿No es ante este tipo de “meditación cotidiana” donde se hallan pistas claves sobre la propia vida?

Mientras todo nuestro ser [mente y cuerpo], practica el ejercicio de dejarse llevar sin más, miles de paisajes huyen fugaces ante nuestra retina. Elisa opta por capturar su huida. Fija esos momentos perennes. Inmortaliza sus propios sentimientos y reflexiona sobre ellos. Al ofrecérnoslos, deja la puerta abierta a que los hagamos nuestros dando opción a que cada cual descubra sus propias claves.

Esta retroalimentación es verdaderamente apasionante. Lo enriquecedor del arte no reside en dar respuestas cerradas, unívocas o limitadas, sino en generar reflexión y propiciar la necesidad de que el otro, el observador, formule sus propias preguntas. Y esto es sin duda lo que consigue Elisa: disponernos para nuestro propio viaje.

Os recomiendo realizarlo… y permitir que todo fluya.

Olga Simón

viernes, 5 de junio de 2009

OTROS OBJETIVOS 2



FOTOS DE MÉXICO POR RFA



Cuando decidimos que íbamos a hacer un Trazos especial de fotografía, uno de nuestros colaboradores nos propuso colgar sus propias imágenes. Rfa está a puntito de terminar Historia del Arte, pero de vez en cuando hace exposiciones y nos consta que el asunto le ilusiona lo suficiente como para cederle dos hojas y que se presente él mismo. Las fotos que acompañan al texto son de Semana Santa en México. Rfa nos ha prometido que nunca antes se las había enseñado a nadie, por lo que esto es un estreno en toda regla. ¡A ver si os gustan!


Entonces… ¿soy un fotógrafo? No. No hago fotos de mis amigos, ni de manzanas, ni de lo que se ve por mi ventana. Nunca he disparado a una mujer desnuda. En mi fotolog apenas hay doce imágenes de Madrid, la ciudad donde vivo, sólo de otras ciudades.

Entonces… ¿soy un turista? Sí, eso sí. Soy un turista que hace fotos en blanco y negro. Un turista agazapado detrás de una cámara grande y aparatosa, que aprovecha los billetes baratos para irse a sitios raros a retratar a gente en la calle. Sólo gente. Me interesan los estereotipos que nunca encontraré en la Gran Vía. Viajo, los busco, los acorralo contra la pared y les hago fotos frías. Y cuando tengo la tarjeta de memoria llena, regreso a casa.

Además de los tópicos, me obsesionan los rituales, las máscaras y la muerte. Por eso escogí México. Y por eso he escogido estas tres imágenes.


La foto de la señora está hecha en Puebla, una ciudad de azulejos donde hay una iglesia para cada día del año. El Jueves Santo salen trescientas sesenta y cinco procesiones. Son procesiones sencillas, de mujeres enlutadas y niños huérfanos llenos de cicatrices. Los niños llevan coronas de espinas con la solemnidad del que sólo se siente importante un día en toda su vida. Las mujeres caminan en un bloque compacto de velos negros y plegarias.


Vampiro Metálico Jr. es el luchador. Me firmó un autógrafo, pero no debe de ser muy importante porque si lo buscas en Google sólo te salen 515 resultados. La foto me gusta por dos cosas: porque va enmascarado y eso le acerca más al estereotipo, y porque está vestido de uniforme y eso le acerca más al ritual.


La tercera foto es de un niño que practica el culto a la Santa Muerte. Este culto herético heterodoxo pone los pelos de punta a los curas, pero levanta pasiones entre los narcos, los ladrones y la gente pobre. Lo que más gracia me hace es que lleve una camiseta de Guns ‘n Roses.

Entonces... ¿esto es México? Sí. Esto, y mucho más.

Rfa.

jueves, 4 de junio de 2009

ENSAYO



LOS ORÍGENES DE LA FOTOGRAFÍA EN ESPAÑA


Para aproximarse a la Historia de la Fotografía en España es necesario, en primer lugar, subrayar la diferencia entre la historia de la técnica y los materiales fotográficos y la historia del arte fotográfico propiamente dicho. La fotografía surge y se desarrolla gracias al avance de la química y la óptica, la evolución de las técnicas de estampación, el descubrimiento del material fotosensible y la invención de la cámara. Primero surge la fotografía con un interés documental para, poco tiempo después, desarrollarse las primeras tendencias artísticas.

El daguerrotipo fue presentado en España por Pedro Felipe Montau en la Academia de Ciencias y Artes de Barcelona. Fue, sin embargo, Ramón Alabern quien realizó el primero en Barcelona en 1839 en paralelo al trabajo que los extranjeros comenzaban a desarrollar una vez establecidos en España. Algunos de los ejemplos más célebres fueron el de Jean Laurent, que recorrió la Península de norte a sur captando escenas de enorme valor documental para la historia de España o el de William Stirling, ayudante de Fox Talbot- conocido por inventar el calotipo o negativo sobre papel- que tomó una serie de vistas de España publicadas en 1847. La utilización del calotipo supuso la introducción de los primeros gabinetes fotográficos en Valencia, como el de Pascual Pérez Rodríguez. Con el auge de la técnica fotográfica surge el gusto por el retrato y, como consecuencia, los estudios socioeconómicos de la España del siglo XIX. También la prensa comienza a emplear el nuevo recurso y se genera la primera ley de propiedad intelectual que tuvo escasa aplicación práctica.

En el año 1886 se empezó a editar en Barcelona la revista Fotografía, destinada a divulgar los avances en la materia, a la que le siguieron otras tantas publicaciones de idéntica naturaleza. En lo que respecta a los libros, uno de los que cosechó mayores éxitos fue el titulado Tratado práctico de fotografía de Francisco Jordi.

A finales del siglo XIX los intelectuales comenzaron a emplear la fotografía como apoyo a sus conferencias, discursos y lecciones. En el año 1899 se creó la Sociedad Fotográfica de Madrid, en la que se organizaban concursos con un enorme valor documental. En la transición del siglo XIX al XX, se produjo la escisión definitiva entre fotografía de prensa y fotografía de estudio. Ligados a la prensa, surgen los primeros reporteros gráficos, como Goñi o Durán. En relación a los estudios, se elaboraron las famosas carte de visite. Uno de los primeros estudios de fotografía abiertos al público en Madrid estuvo ubicado en la calle del Príncipe.

Ya en el siglo XX la revista Blanco y Negro publica la primera fotografía en color y desde este mismo año se convierte en obligatoria la identificación de las obras con el nombre de su autor. Con el avance de la técnica y los materiales empleados, los artistas plásticos no tardaron en sentirse atraídos por la fotografía, es lo que se ha denominado Pictorialismo. Surge entonces el fotomontaje aplicado tanto a la publicidad como a la expresión artística. En esta disciplina destacaron Sala, Pic y Masana entre otros.

Ni qué decir tiene que la fotografía jugaría un papel fundamental con un insustituible valor documental, en los conflictos bélicos y políticos que asediaron España durante la primera mitad del siglo XX. En la actualidad, la Biblioteca Nacional de España -www.bne.es- es una de las instituciones que custodia estos documentos, testigos mudos de la Historia de España.

Rita Sánchez Aragó

miércoles, 3 de junio de 2009

RELATOFOTOGRÁFICO



TIENE UNA SOMBRA EL TIPO



Soy un hombre ordenado, previsor. No soporto el caos ni el desorden. Vivo solo desde hace años; nunca encontré a la mujer ideal y no me esfuerzo en buscarla. Antes ellas entraban y salían de mi vida, pero descubrí que desordenaban mi rutina, robaban mi tiempo y me exigían una dedicación que no estaba dispuesto a darles. Lo mismo me sucede con el resto de las personas, la mayoría son útiles durante una temporada, pero en seguida se convierten en inconvenientes. La amistad, el amor, todas esas formas de dependencia que los seres humanos hemos creado, me parecen un lastre.

Quizás alguno podría pensar que mi trabajo es mi pasión, no es cierto. No me disgusta mi profesión y soy eficaz. Nunca tuve un jefe que no estuviera contento conmigo, pero no soy un hombre de grandes pasiones. Mi éxito relativo me permite no pensar en el dinero como una carga y mi tiempo libre lo dedico a mantenerme en forma. Opino que el cuerpo es el reflejo del alma, de modo que el mío ha de estar en las mismas condiciones que mi mente, ha de ser lúcido y ordenado. Invierto mucho tiempo en mi aspecto y me asquea la gente que no lo hace. Nunca comprenderé el abandono al que se someten algunos, ¿cómo puede una persona comer hasta convertirse en un ser orondo y repugnante; salir a la calle con la ropa sucia o rota; dejar de afeitarse o perder las formas llorando a gritos en público? No lo entiendo.

Mi casa es mi templo, en ella me refugio del caos de la humanidad, de los gritos de los otros, de sus frustraciones, de su prisa, de sus pasiones y de su inoperancia. Mi casa es un lugar de espacios amplios, se encuentra en el piso dieciséis de un edificio nuevo de una gran ciudad. El salón es la habitación más grande y dónde más tiempo paso, dos de sus paredes son ventanales descubiertos; el edificio es alto y no hay necesidad de cortinas. Mi casa es hermética y silenciosa, confortable, mía. Me gusta observar a través de los cristales el correr de los otros; intuir su ruido sin oírlo; adivinar sus pasiones. Aquí arriba todo tiene su lugar, incluso yo, pero que nadie se equivoque pensando que mi casa no es bella, lo es. Disfruto del placer estético que brindan el arte y las cosas hermosas, pero no de aquellas cuyo comportamiento pueda resultar impredecible o frustrante, léase aquí “seres vivos”, animales, plantas u otras personas. No suelo invitar a nadie a mi casa.


He intentado aclarar rápidamente lo que soy, o lo que era, para que aquel que lea esto entienda el desconcierto con el que en este momento escribo. En el bote de los lápices acaba de crecer una cala blanca, pura y hermosa, si me hablara o me enamorara de ella pensando que es única, hoy, tendría que aceptarlo.

Debo decir que hasta esta misma mañana yo no había producido ni una sola línea que pudiera definirse como creación, hoy siento un impulso que me obliga a hacerlo, que me obliga a ignorar lo que sucede a mi alrededor y me mantiene sujeto a esta mesa y a esta idea de explicarme. No me he duchado, no me he vestido… da igual.

Empezó hace poco más de un par de meses… Algo se ha ido apoderando de mi espacio y ya me tiene a mí también. La primera vez no le di la importancia que merecía, ¿cómo iba yo a saber?: había terminado de comer y al ir a recoger la mesa me pareció que la cuchara proyectaba una sombra que no era la suya. Al pestañear la visión había desaparecido. Creí haberlo olvidado, pero esas sombras extrañas han seguido repitiéndose en mis sueños e intranquilizando mis días: mesas que proyectan sillas alargadas, sillas que proyectan árboles enanos… Días después derramé en la cocina un vaso de agua, no me suelen, no me solían, ocurrir estas cosas y me sentí molesto. Cuando volví con la fregona, el agua se había reordenado en gotas pequeñas y regulares que seguían, haciéndome burla, las líneas de los azulejos… Pensé que alucinaba, que algo me había sentado mal, ¿las vitaminas?, dejé de tomarlas. Durante algunas semanas más, ¿dos, tres?, las cosas permanecieron en su lugar hasta que… hasta que al morder una manzana esta se abrió como cortada por un cuchillo y en su interior, si es que alguien me cree, empezó a perfilarse sobre la superficie una perfecta y fresquísima hoja de hiedra; horrorizado deje caer la manzana y huí de mi casa. He pasado varios días fuera, no sé cuantos. Anoche regresé tarde y me metí en la cama sin pensar, sin revisar nada, sin encender las luces. Esta mañana el sol me ha despertado en el sofá, sobre la mesa, a la altura de mis ojos, la ironía de dos cerezas en equilibrio en la pequeña balanza que mi jefe me regaló en una cena de negocios el invierno pasado, un símbolo de la mesura y sensatez de mis actos y juicios…He sonreído al verlas, como un acto reflejo, y luego, luego me he sentado a escribir junto a un café negro y algunos cigarrillos que he encontrado en un cajón.

Beatriz Talaván

lunes, 1 de junio de 2009

ILUSTRACIÓN



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