sábado, 13 de junio de 2009

ESPACIOS PHE



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La fotografía, al igual que el resto de artes plásticas y visuales, ha sabido aunar a su función puramente artística, la documental. Cuando tomamos esta particularidad junto con una percepción diferente y única del mundo corriente que nos rodea, de lo cotidiano, se establece un vínculo entre lo real /irreal basado en algo tan subjetivo como es la mirada propia e intrínseca particular, en donde lo representado puede no tener doblez alguna o ser un cúmulo de dobles sentidos. Eso es la realidad y es lo que se presenta en Años 70. Fotografía y vida cotidiana, retrospectiva fotográfica perteneciente a la duodécima edición de Photoespaña, que toma como escenario el Teatro y Centro de Arte Fernán Gómez, en la que se ofrece la visión de una década, siempre recordada por ser la época del despertar sexual y de la liberación con respecto a diferentes tabúes, a través de los ojos de 23 artistas de los cinco continentes, en donde esa diversidad de visiones permite al espectador hacerse una idea de cuáles eran las costumbres y la sociedad de ese momento.

En un primer momento se puede creer que nos enfrentaremos ante una simple sucesión de piezas fotográficas, sin embargo, una vez que nos adentramos en ella, comprobamos que la disposición de las mismas no es así. En la exposición se presentan diferentes modos de “ofrecer la mercancía”, combinando las láminas fotográficas características, de distintos tamaños, con diapositivas o con la técnica del collage. En su mayoría, la representación de cada artista viene presentada en forma de serie y bajo el uso de un recurso básico, pero efectivo: la fotografía en blanco y negro.

Cada artista da a su obra un sentido único y particular, encontrándonos con diferentes ámbitos y propuestas. Una forma de vertebrar el conjunto de la exposición sería mediante temáticas, que aunque no siguen el orden expuesto ayudan a que el espectador entienda de mejor forma el conjunto. En este sentido tenemos cuatro pilares sobre los que se construye la exposición. En primer lugar, obviamente, se encuentra el tratamiento que del ambiente que rodea al ser humano, en este caso al fotógrafo, se da mediante la imagen, en donde esta percepción puede basarse en el propio entorno (García-Alix), en la otra realidad presente (Anders Petersen) o en la simple recreación de la vida personal mediante imágenes típicas familiares (Christian Boltanski) o, dentro de esta corriente, la perspicacia de mostrar lo “olvidado” de nuestro día a día, como las transiciones (Fina Miralles) o el sueño (Sophie Calle).Junto a esta visión se encuentra también la función de la fotografía como documento visual, histórico y/o crítico, en donde tienen cabida el carácter antropológico del ser humano, el uso de la cámara como arma de defensa (Laurie Andersen) o como simple espejo reflector, tanto de una situación política (David Goldblatt) como de denuncia social (Kohey Yoshiyuki). El individuo va cobrando, poco a poco, cada vez más importancia como ser independiente con sus propias ideas, visible en la exposición, donde hay muestras del nuevo papel de la mujer (Cindy Sherman), del culto al cuerpo (Ed van der Elsken), de las múltiples personalidades del individuo (Carlos Pazos) y del mundo publicitario (Karen Knorr). En relación con ello, cabría destacar en último lugar el papel activo del propio fotógrafo, visible de forma clara en sus planteamientos, como crítico de ciertas actividades (las condiciones de los obreros por Allan Sekula), como simple voyeur o como intercesor intencionado del producto final (Claudia Andujar).

Aparte, encontramos las interesantes propuestas africanas, de la mano de Halick Sindibé y J.D. ‘Okhai Ojeikere, en donde se comprueba la diferencia de medios que se da entre el primer y el tercer mundo, ya que mientras que el resto de fotógrafos utilizan potentes cámaras, incluso con complejos montajes expositivos, estos fotógrafos se sirven de medios más sencillos: por un lado, Halick Sindibé muestra un relato social de Mali sirviéndose de fiestas que muestran el modo de vida de los jóvenes de clase media de la ciudad, cuyas pequeñas fotografías están pegadas de forma bastante precaria en cartones a modo de carpeta, mientras que por otra parte J. D. ‘Okhai Ojeikere presenta distintos peinados nigerianos, señalando su importancia dentro de las etnias y la sociedad.

Carolina Cadenas y María Condado

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