lunes, 8 de junio de 2009

EXPOSICIONES PHE 1



¿Demi Moore o Susang Sontag?
Annie Leibovitz y la cotidianedad de su obra



Actores y actrices miran fijamente a una cámara para quedar atrapados en sus instantáneas; grandes mandatarios posan para su famoso objetivo; fotografías conocidas en prácticamente todo el mundo. Y sin embargo lo cotidiano, lo diario, lo privado no desaparecen nunca de nuestras vidas.

Annie Leibovitz, una de las más reconocidas fotógrafas a nivel mundial, consigue encontrar un perfecto equilibrio en su obra entre trabajo y vida personal, Hollywood y su familia, grandes personajes y sus amigos más íntimos. La fotógrafa aterriza en Madrid en el marco de PhotoEspaña con una exposición organizada por el Museo de Brooklyn y que ya ha recorrido diversas ciudades. “Annie Leibovitz. Vida de un fotógrafo: 1990-2005” es una muestra gracias a la cual podemos conocer gran parte del trabajo de esta fotógrafa cuyas imágenes tantas veces hemos visto, aunque no siempre supiésemos quién las firmaba.

Este año PhotoEspaña pone el ojo en lo cotidiano, es decir, todo aquello con lo que estamos tan familiarizados, que a veces ni siquiera le prestamos atención. Es un concepto muy amplio pero esencial para entender la vida que vivimos y todo lo que nos rodea: si cualquiera de nosotros cogiéramos uno de los álbumes familiares que tenemos en casa, comprobaríamos que la fotografía es un puro documento de ese viaje que hicimos hace años, de la boda de nuestro padres, o de la manifestación a la que asistimos para pedir el final de la Guerra de Irak. De la misma manera, las instantáneas de Dorothea Lange documentaron a la perfección los años de la Gran Depresión, y los años setenta quedaron inmortalizados en los objetivos de numerosos fotógrafos de la época.

El trabajo de Annie Leibovitz es quizás algo diferente a los casos anteriormente comentados: sus instantáneas pueden no verse como estrictos documentos de una época, pero con la exposición retrospectiva que se le dedica desde el 18 de junio al 6 de septiembre en Alcalá 31, queda patente que los ámbitos privados y públicos en su obra se funden continuamente.

Leibovitz nació en 1947 en el estado de Connecticut. Después de vivir durante un año en Israel, comenzó su carrera fotográfica como freelance en la revista Rolling Stone, publicación en la que pronto ascendió a editora jefe, y en la que llevó a cabo algunas de sus fotografías más conocidas como es, por ejemplo, la de John Lennon desnudo y abrazado a Yoko Ono. Posteriormente comenzó a trabajar para revistas tan importantes como Vanity Fair, Vogue o Allure; es el momento en el que su carrera comienza a ser reconocida en todo el mundo.

Cada uno de los disparos que Leibovitz efectúa tienen un estilo propio que solamente la fotógrafa posee: muchas de las fotografías son impactantes, y siempre llaman la atención por algún detalle, ya sea el color usado, las poses de los retratados o la luz utilizada. Sin embargo, en todas suele haber un denominador común: la cotidianidad de las imágenes. Si dejamos de lado toda esa parte técnica que caracteriza la obra de un buen fotógrafo, y observamos cualquiera de las fotografías de grandes actores, actrices o políticos, nuestra impresión es que estamos ante una instantánea que perfectamente hubiese podido tomar alguno de nosotros con su propia cámara. De hecho, sin contar con que la mayoría de los protagonistas son personajes tan conocidos cono Demi Moore, Tom Cruise, Nicole Kidman, Patty Smith o la reina de Inglaterra, las imágenes tomadas por Leibovitz poco difieren de las que podría tomarse de cualquier madre encinta, o cualquier familia feliz con su primer hijo.

El equilibrio del que hablaba anteriormente entre su trabajo y su vida personal, queda también patente en los fotogramas con los que Leibovitz nos presenta a gran parte de su familia, desde sus recién nacidos hijos hasta su moribundo padre en el lecho de muerte. Son todas imágenes de gran potencia visual, que consiguen de esta manera transmitir una cercanía y una familiaridad que permite al espectador una mejor apreciación de las mismas. Resultan conmovedoras las fotografías que Leibovitz tomó de su pareja Susan Sontag antes de morir de cáncer en 2004: son imágenes que destilan una gran naturalidad a la vez que demuestran el cariño mutuo de las dos mujeres y el amor que se tenían.

La figura de Sontag en la vida y obra de la fotógrafa americana fue muy importante ya que dio un giro a su trabajo: en 1993 Leibovitz viajó a Sarajevo durante la Guerra de los Balcanes, un viaje que siempre admitió nunca hubiera realizado si no hubiese sido por la opinión de Sontag; allí realizó un trabajo fotográfico que documentaba la vida de la población durante la Guerra, imágenes de gran atracción visual y una cierta cotidianidad que documentan un hecho histórico reciente.

Algo parecido sucedió cuando en 1999, fotógrafa y crítico decidieron crear un libro en honor a las mujeres y a todos los trabajos que desempeñan en la sociedad. De ello nació Womens, un libro con textos de Susan Sontag e imágenes de Leibovitz en las que se juntaban desde fotografías de “mujeres reales” trabajando como mineros, barrenderas soldados, coristas o costureras, hasta instantáneas de “mujeres famosas” como Hillary Clinton o la misma Sontag.

Lo diario; lo cotidiano; lo habitual. ¿Cuántas veces perdemos esos momentos que dan sentido a nuestra vida simplemente porque forman parte de nuestra rutina diaria? La obra de Leibovitz nos permite observar momentos supuestamente privados (o que para nosotros lo serían) de personajes públicos muy conocidos, pero así mismo, también nos permite observar esos momentos de su vida en los que ella abandona su trabajo para vivir como haría cualquiera de nosotros. Eso es lo que hace que su obra sea uno de los trabajos más importantes en el campo de la historia de la fotografía.

La idea de esta exposición que ahora podemos disfrutar surgió mientras Leibovitz daba forma a un libro con el trabajo que había desarrollado en los últimos quince años; es en ese momento cuando la fotógrafa dice haberse dado cuenta de que, a pesar de las diferencias que existen, sus fotografías públicas y privadas tienen un origen común, un punto en el que ambas tipologías se encuentran y se cruzan: lo cotidiano. Leibovitz afirmaba: "No tengo dos vidas. Esto es sólo una vida y tanto mis fotos personales como los encargos son parte de ella”.

Umberto Castillo

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