domingo, 11 de enero de 2009

Luis Cáceres

LA DELGADA LÍNEA DEL PODER

Decía Victor Hugo que la palabra Fatalidad, encontrada entre los muros de Notre Damme, le inspiró para escribir su novela homónima del XIX. Si miramos bien el fotomosaico de Joan Fontcuberta descubriremos los secretos más terribles de este término. En 1975 Pasolini los paseó por la cinta de Saló o Los 120 días de Sodoma. El director dejó plasmado el sello del Marqués de Sade en una película en la que un grupo de oligarcas supervivientes del régimen fascista someten a un grupo de adolescentes a las torturas más infames que existen.

En una fortaleza una serie de hombres uniformados practican la sodomía o la coprofagia, con unos jóvenes que la mayor parte del tiempo aparecen desnudos. Los dominadores son seres monstruosos revestidos por el aura de poder que otorga la vestimenta uniformada al que la lleva puesta. El juego de roles entre quien domina y quien es dominado se ve fortalecida por eso que parece tan banal y etéreo como es la vestimenta. Esta dominación potenciada por el uniforme llega a convertirse en una fuente de placer sexual para el que abusa del poder que ejerce y que está relacionado con la idea de violencia.

Por otro lado los uniformes nos dan las pistas de la función social de cada una de las personas en nuestra sociedad. Si nos encontramos ante un incendio sabemos que los que nos van a ayudar son los que van vestidos o vestidas con el uniforme de bomberos, o si hemos sido víctimas de un atraco confiamos en el hombre o mujer que lleva el traje de policía sin pararnos a realizar ningún examen a dicho sujeto, cuestionando su bondad o profesionalidad. Pero ¿Qué ocurre cuando se invierte el código social del sujeto uniformado? ¿Y si el policía uniformado se convierte en el ladrón, o mejor, y si el qué debe asegurar qué se repelan los actos violentos se transforma él mismo en un violento sádico y fetichista? La respuesta es clara, contundente y atiende a un nombre de dos palabras: Abu Ghraib.

En la cárcel iraquí se volvió a jugar con el término Fatalidad, la de los horrores allí practicados fue recogida como testimonio del sadismo en la instantánea de una fotografía. Una como la que te puedes llevar de recuerdo de tus vacaciones en lugares exóticos -quizás así se la llevaron estos soldados-, como las de esos viajes al paraíso de la libertad, la misma que se atreven a decir algunos expresidentes americanos que es producto de Dios. Fruto de esta “libertad” existe ahora un informe que se puede consultar en Internet, se trata del Final Report of The Independent Panel to Review DoD Detention Operation de 2004. El fotomosaico de Fontcuberta fue realizado utilizando diez mil imágenes disponibles en la Red. Estas se localizan introduciendo en Google los nombres de las personas y cargos citados en dicho informe.

Al ver la fotografía de cerca y examinar cada una de estas 10.000 imágenes nos encontramos con algo parecido a un archivo de los horrores. Uno similar al de Crhistian Boltanski y su Reserva de Suizos Muertos. Un testimonio de una demanda contra la violencia para la que no se ha tenido que utilizar sino sólo una imagen que tiene el poder de denuncia y testimonio de diez mil instantáneas. Diez mil personas con nombres y apellidos a los que arrastra esta soldado inmiscuyéndoles en un caso para el olvido. Estos son como el hombre desnudo e indefenso que tiene atado por el cuello y tirado sobre el suelo. Esta fotografía nos recuerda la delgada línea que separa la posición de los roles entre el dominador y el dominado, pues su adjudicación es sólo una cuestión de oportunismo.

Luis Cáceres.

sábado, 10 de enero de 2009

Jennifer Calles

Galería Raquel Ponce
XAVI MUÑOZ (Ninaboy) / Sleepwalker

La galería Raquel Ponce presenta por primera vez en Madrid a Ninaboy, algo así como el álter ego del barcelonés Xavi Muñoz, una ficción que nos ayuda a ver su otro yo. Ninaboy es el disfraz que permite al artista escapar de la realidad, un viejo camisón en el que vienen a posarse mariposas rojas. Abandonando lo que venía siendo su trabajo habitual, más público, Xavi Muñoz se pasa a la introspección y muestra parte de sus obsesiones, recuerdos y sueños, aunque disfrazado y enmascarado con otro cuerpo y otro arte. Cada uno de los dibujos y objetos que forman la exposición, nos van enredando en las ramas de una poética frágil y minuciosamente construida a base de elementos sencillos: apenas el papel, una línea firme y limpia, objetos cotidianos y, algo esencial, la purpurina, que proporciona rojos, negros y blancos centelleantes. Caminando por un sueño, nos atrae el más eficaz de los imanes, el de las cosas que brillan.

Hasta el 31/01/09


La Fábrica Galería
CHEN CHIEH-JEN / Portraits

Sin duda el de Chen Chieh-jen sigue siendo un arte comprometido que, en su silencio, grita por ser escuchado. Sin embargo, queda ya lejos la obsesión de este artista taiwanés por el horror físico extremo de castigos y torturas milenarias, como en su inolvidable vídeo Lingchi (2002). Ahora le interesa otro tipo de horror: “El verdadero horror en la sociedad contemporánea es el poder oculto, invisible, de la discriminación, el prejuicio y la indiferencia hacia los otros”. Y de eso es de lo que nos hablan sus vídeos más recientes Retratos de sin techo, realquilados e hipotecados (2008) y Tribunal Militar y Prisión (realizado para el programa Producciones del MNCARS en 2007-08), que ahora podemos ver en La Fábrica junto con algunas de sus fotografías. Chen denuncia el Estado opresor de su país, aunque su crítica puede extrapolarse a cualquier país. Sus personajes, marginados reales, escriben las historias que no se leen en los periódicos y nos recuerdan que siempre hay una cámara para vigilar y castigar.

Hasta el 24/01/09


Galería Javier López
PINTURA ABSTRACTA

Son las obras de Sarah Morris, Greg Bogin, Peter Halley, John Zurier y José Mª Yturralde las que conforman la exposición colectiva Pintura abstracta, que la galería Javier López presenta hasta finales de mes. Cada uno de ellos nos demuestra con su obra que la abstracción todavía tiene cosas que hacer y que decir. Así Morris o Halley muestran con sus geometrías que lo abstracto no está carente del componente crítico social. Morris se inspira en la ciudad, y la desorientación que sus líneas y colores producen no deja de aludir a la urbe y sus trampas. Halley por su parte no deja lugar a la esperanza: “¿por qué vivimos en celdas?”, nos recrimina con sus Prisons. Pero esta no es la única manera en que la pintura abstracta lucha por renovarse, otros como Bogin huyen del formato tradicional, y los hay que incluso reivindican una especie de action-paiting en sus monócromos, como Zurier. Pero todo queda en nada cuando Yturralde nos hipnotiza con el color de sus últimos Posludios.

Hasta el 31/01/09

Galería Arnés & Röpke
LORENZ ESTERMANN / Instant City

Tras pasar por la Galerie Levy de Hamburgo y la Galerie Vidal Saint Phalle de París, llega a Madrid lo último de Lorenz Estermann, Instant City. Así, la galería Arnés & Röpke acoge la primera exposición individual de este artista austriaco en España. Desde 2003, Estermann empezó a diseñar pequeñas maquetas arquitectónicas que vacilan entre ser objetos o verdaderos espacios. Anteriormente, una de sus mayores preocupaciones artísticas ya era demostrar que la escultura no está anclada, que se mueve. Para ello, decidió experimentar con el cine, del mismo modo que hoy lo hace con la arquitectura. Arquitecturas utópicas e inservibles, que probablemente nunca se lleven a cabo, aunque tampoco sea esa su finalidad. Curiosa paradoja, arquitecturas diseñadas para nunca ser realizadas. Como un arquitecto utópico más, Estermann ha ido creando con dibujos y modelos de madera y cartón una ciudad instantánea donde el diálogo entre pintura, escultura, arquitectura y fotografía se revela así, inmediatamente.

Hasta el 17/ 02/ 09

Jennifer Calles.

viernes, 9 de enero de 2009

Umberto Castillo

LA ORDENACIÓN URBANA DE INDALECIO PRIETO

Dentro del barrio de Chamberí, en el cruce entre las calles Joaquin Costa y Agustín de Bethancourt con una de las principales arterias de la ciudad (la Castellana) se dispusieron a lo largo de los años 30 y 40 algunos de los principales ministerios del gobierno español: el de Fomento, de la Vivienda y el de Medio Ambiente.

El conjunto que se denominó “Nuevos Ministerios” se situó en la manzana comprendida entre el Paseo de la Castellana, la plaza de San Juan de la Cruz y las calles Raimundo Fernández Villaverde y Agustín de Bethancourt, y es uno de los proyectos de Ordenación Urbana de Madrid llevados a cabo en la década de los 30, entre los que estaban también el Plan de Prolongación de la Castellana, Enlaces y Acceso a la capital. La primera piedra se colocó el 15 de abril de 1933, y su construcción tuvo lugar en los terrenos sobre los que se alzaba el antiguo hipódromo, derribado con el fin de alargar la ciudad hacia el norte mediante la prolongación del Paseo de la Castellana.

El entonces ministro Indalecio Prieto encargó el proyecto a Secundino Zuazo y, sin suministrarle ningún programa para su ejecución, le pidió que creara un conjunto de edificios monumentales para albergar diversos departamentos oficiales, los cuales se encontraban dispersos por la ciudad. El conjunto de edificios se llevó a cabo en granito de grandes proporciones, y los varios ministerios se dispusieron entorno a un sistema de terrazas ajardinadas con dos pequeños estanques. Este amplio espacio se abría a su vez al Paseo de la Castellana mediante una gran galería porticada situada sobre la estación abovedada subterránea del ferrocarril, ideada y construida en 1934 por el ingeniero Eduardo Torroja.

El proyecto se inspiró, según Zuazo, en el Monasterio de San Lorenzo del Escorial (en cuya conservación participó el propio arquitecto), y su lenguaje tiene continuidad con su anterior edificio construido, la Casa de las Flores.

En la esquina formada por las calles Joaquin Costa y el Paseo de la Castellana, e intentando consolidar la zona con la prolongación de la arteria de la ciudad y los recién construidos Nuevos Ministerios, José Tomás Alarcón ideó para ese emplazamiento un edificio que albergara usos administrativos, públicos y sociales: el actual Ministerio de la Vivienda.

El arquitecto proyectó en 1948 un edificio de planta cuadrangular con un amplio patio central ajardinado, y una pequeña torre que se alza sobre la calle Joaquin Costa. Las fachadas repiten todas el mismo modelo en alzado, a excepción de la planta baja y la primera, las cuales poseen unos vanos de mayores dimensiones.

Lo realmente peculiar de este edificio es la manera en la que consigue integrar otras artes en la arquitectura, ya sea en los espacios exteriores como interiores. En este sentido son reseñables los cuatro altorrelieves que decoran la fachada y que representan las cuatro estaciones del año, obra del escultor Ángel Ferrant. Asimismo, en el interior del edificio hay notables obras pictóricas como la imagen de San Isidro en el patio interior (obra de Antonio Cano), o las pinturas murales sobre piedra del pintor Manuel Rivera, situadas en la escalera principal.

Se trata, en definitiva, de un conjunto arquitectónico que modernizó y agrandó un barrio que actualmente se encuentra entre los puntos claves de la ciudad de Madrid.

Umberto Castillo Biscari.

jueves, 8 de enero de 2009

Victoria-Ana Elunku

ENTRE DIOSES Y HOMBRES

Entre dioses y hombres” es una exposición del Museo Nacional del Prado que alberga 46 de las obras más destacadas del Albertinum de Dresde (Alemania) de escultura clásica por primera vez en España. La exposición, que ocupa diez salas del edificio Villanueva, constituye un acontecimiento inédito, al ofrecer la posibilidad de contemplar dos conjuntos escultóricos frutos del coleccionismo barroco y neoclásico y en los que se integran magníficas versiones romanas de obras griegas y helenísticas, además de originales griegos con policromía antigua y un núcleo excepcional de retratos. Entre la selección podremos disfrutar también del disco de Teodosio de la Real Academia de la Historia, única obra de la exposición ajena a las colecciones de Dresde y del Prado.

Historia de la colección La historia de la colección de Dresde tiene muchos paralelos con la del Museo del Prado. Durante el reinado de Federico Augusto II (1670-1733) llegaron varias colecciones muy importantes de Roma a Dresde: en 1726 la colección de bustos antiguos de Giovanni Bellori como regalo del rey Federico Guillermo I de Prusia a Augusto II; dos años más tarde la numerosa colección del príncipe Agostino Chigi y la exquisita colección del cardenal Albani. Finalmente en 1736 fueron adquiridas de la herencia del príncipe Eugenio las tres Diosas de Herculano. Otro interesante grupo de obras son esculturas originales griegas y helenísticas, adquiridas por el Albertinum durante los siglos XIX y XX. Hasta mediados del siglo XIX, el Albertinum de Dresde albergaba la colección más prestigiosa de esculturas clásicas de Alemania. Por el bombardeo de Dresde y el siguiente traslado a la Unión Soviética (1946-1958), la colección, hasta ahora no publicada dignamente, se quedó un poco olvidada.

La religión fue un eje fundamental en la creación de la propia identidad del pueblo griego, un panteón enormemente complejo lleno de dioses con actitudes bastante humanas, sirvió en un principio también como base en sus artes.

La exposición se divide básicamente en tres etapas:

1. Los dioses clásicos. Una vez absorbidos los modelos escultóricos orientales, la escultura griega evolucionó hacia un mayor naturalismo y movilidad, este es el comienzo de la exposición, donde vemos figuras de dioses que buscan la perfección formal, idealizados y en actitudes reposadas. Hay un enorme culto a la belleza y a la juventud a la vez que se transmite solemnidad divina y eternidad. Avanzando un poco más en la muestra observamos como las figuras comienzan a mostrarse cada vez más humanas expresando el carácter antropocéntrico de la civilización helena, ya no se limitan a representar dioses sino ahora son simples efebos, atletas, muchachas...reproducciones de escultores como Fidias, Policleto o Praxíteles no dejan indiferentes.

2. Arte helenístico. Las figuras se tiñen de un aire mucho más festivo, y ya no sólo se decantan por plasmar la belleza y la armonía sino que lo deforme, lo decrépito, lo feo...todo aquello que induzca a demoler los cánones preestablecidos cobrará protagonismo. Uno de los temas que ofrecía ejecutar esta posibilidad eran las as represtaciones de las fiestas báquicas y así la muestra nos ofrece obras como la famosa Ménade de Dresde (20 a.C.), que se retuerce sobre sí misma provocando juegos de curvas y contra-curvas, o bien, el isleño con odre de vino (70/110 a.C.), figura gorda y ebria que evoca bien el espíritu helenístico. La importancia que se le dio al teatro (dedicado a Dionisio también) se marca en la muestra con numerosas máscaras de teatro que se exponen.

3. Los retratos romanos. El retrato romano es una de las manifestaciones más típicas de la civilización romana aunque estuvo muy influido por el retrato griego con la costumbre (entre muchas otras) de erigir estatuas en honor a sus dirigentes en espacios públicos y privados y dedicarles estatuas votivas en los santuarios. Incluye el Museo retratos femeninos e infantiles de enorme realismo para acentuar la individualidad del personaje retratado.

La exposición es mucho más completa e incluye muchos otros aspectos de interés pero a mí me parece que esto es lo fundamental. Estará hasta el mes de Abril así que, sino habéis ido aún, aprovechad, que vale la pena!!

Victoria-Ana Elunku Asanqono.

miércoles, 7 de enero de 2009

Mª Carmen Flores

MUSEUM OF FINE ARTS DE BOSTON

Situado en el número 465 de Huntington Avenue, en la zona de Back Bay, se encuentra el Museum of Fine Arts de Boston. Abierto los siete días de la semana (sólo permanece cerrado en Año Nuevo, Navidad y Acción de Gracias, además de los días de la Independencia y de los Patriotas), ofrece a los visitantes una impresionante colección que abarca desde piezas de las grandes civilizaciones de la Antigüedad hasta obras de artistas contemporáneos.

El museo abrió sus puertas al público el 4 de julio de 1876, aunque no fue hasta el año 1883 cuando se estableció cual sería el lugar que definitivamente ocuparía. Se buscaba crear un punto estratégico en la ciudad, para lo cual se eliminó una calle, creando Copley Square, donde el visitante aparece arropado por algunos de los edificios más importantes de Boston: el propio museo, la Trinity Church y la White´s Boston Public Library. El diseño del edificio fue realizado por el arquitecto Guy Lowell, quien ideó una construcción cuyas formas remitían al estilo Beaux Arts (el centro neurálgico del museo, una rotonda que divide y organiza los accesos a las diferentes partes de la colección, está decorado por espectaculares murales del pintor John Singer Sargent).

El Museum of Fine Arts de Boston, posee la segunda mayor colección permanente del mundo, después del Metropolitan Museum de Nueva York. La procedencia de las obras es muy diversa, y aunque podemos afirmar que buena parte de la colección se creó a partir de adquisiciones y donaciones, el recorrido de las obras hasta su llegada al museo puede ser más peculiar, como por ejemplo en el caso de los restos egipcios, que hoy encontramos en Boston, por las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo por el museo y la universidad de Harvard entre 1905 y 1942.

Dentro de esta magnífica colección destacan las piezas de arte asiático. Prácticamente desde su fundación, se creó un Departamento de arte japonés, con el fin de controlar los trabajos reunidos por tres famosos personajes del momento: Edward Morse, Ernest Fenollosa y William Sturgis Bigelow, que hicieron de este museo, la institución con la mejor colección de arte japonés, fuera del país nipón. También son fundamentales las obras de arte chinas (parte de la colección que aumentó considerablemente con la gestión del director Kojiro Tomiza en 1931), además de fabulosas piezas indias (de pintura india hay en estos momentos una espléndida muestra, que se puede “visitar” virtualmente a través de la web del museo), islámicas, coreanas, etc.

Tampoco podemos olvidar destacar las obras impresionistas y postimpresionistas, además de los trabajos de artistas europeos de la Edad Moderna como Velázquez o El Greco, piezas que, no cabe duda, son uno de los grandes atractivos del museo.En la actualidad, la visita al museo puede resultar un tanto incómoda, ya que en el edificio se están llevando a cabo diferentes obras de remodelación y ampliación, aunque esto no impide que el museo sea una visita obligada si pasamos por Boston.

Mª Carmen Flores Sánchez.

martes, 6 de enero de 2009

Rafa G.

TXEMA SALVANS EN BLANQUERNA

Habría que colgar de los dedos de los pies al tipo que inventó aquello de “mira al pajarito”. Y lo mismo con el que dijo que en las fotos de las vacaciones es mejor salir todos apretados y juntitos, como los futbolistas. Si vais a ver la exposición de Txema Salvans que hay en Blanquerna (ese centro cultural catalán de la calle Alcalá, justo enfrente del Círculo de Bellas Artes), descubriréis que todo son mentiras, falsas leyendas. Las mejores fotos son ésas donde cada cual mira hacia donde le da la gana y todo el mundo sale escaqueándose por el foro. Como las de Salvans. Txema Salvans es, básicamente, un fotógrafo dominguero: hace fotos de domingos y las publica en los dominicales. Domingo de boda, domingo de siesta en la Casa de Campo, domingo en la playa. Dominguerismo elevado a la categoría de arte fotográfico por obra y gracia de una cámara que se asoma a la cotidianeidad ibérica desde el lugar más insospechado, casi siempre el del ombligo. Las suyas son fotos con banda sonora de transistor y gritos sesteros, como aquel de “nene, no te bañes todavía que tienes que hacer la digestión”. Vamos, que si pasas a Bigas Luna por el blanco y negro de Cartier Bresson, te sale esto: un españolismo de manual, falto de pose y con melón chorreando por las comisuras de los labios. Si hubiera que hacer un chascarrillo, yo señalaría lo irónico que resulta el hecho de que fotos tan ibéricas hayan llegado a Madrid de la mano de la Generalitat de Catalunya. Pero como lo que toca es ponerse serio y hacerse el listo, digo que lo mejor de estas fotos es que están llenas de vida, porque siempre sale un montón de gente y, encima, todos se mueven como condenados. Lo dicho: colguemos de los pies al fotógrafo que usa trípode y pajarito.

Rfa.


ANSEL ADAMS

La próxima vez que tengáis un tiempo muerto entre clase y clase, entrad en el aula de informática y buscad en Google “Ansel Adams”. Vais a quedaros flipados. Ansel Adams fue un fotógrafo de paisajes en blanco y negro, probablemente el mejor. Cuando este señor tenía cuatro años, un terremoto le rompió la nariz. Sé que suena a chiste, pero sospecho que eso determinó su carrera artística porque, desde entonces, cada vez que se miraba en el espejo tenía ante sí la demostración de que la naturaleza es una fuerza colosal, abrumadora. Lo sublime poéticamente resumido en una nariz rota… y en un montón de fotos alucinantes. Con su cámara y su cicatriz telúrica, Ansel Adams consiguió una cosa muy difícil: que el paisaje conservase toda su fuerza a pesar de haber perdido el color. Nada de puestas de sol coloradas ni de qué verdes eran mis valles: blanco y negro puro y duro, a saco, con unos contrastes impecables, donde las montañas de Yosemite o los desiertos de Nuevo México revelan una belleza abstracta. Algunos fotógrafos han acusado a Adams de escapista porque buscaba un paraíso sobre la Tierra justo cuando el mundo empezaba a irse al carajo. Pero yo creo que no, que era todo lo contrario. Ansel Adams fue uno de los primeros ecologistas convencidos, se iba al monte y se pasaba allí semanas con su cámara y su fotómetro, feliz de la vida sin cruzarse con nadie. Andad, echad un ojo en Google, ya veréis cómo mola. Y si aun así no estáis convencidos de que este tío era un genio, os recomiendo una cosa. Subid a una montaña, haced una foto desde la cumbre y llevadla a una tienda de revelado. Cuando la veáis en papel, probablemente os parezca vulgar. Y entonces comprenderéis el mérito que tienen las de Ansel Adams.

Rfa.

lunes, 5 de enero de 2009

Susana García Flórez

DIONISIO RODRÍGUEZ, MILLÁN
¿Artista o artesano?

Sótano del Museo del Prado. Zona de la puerta de Murillo abandonada a los pocos espectadores que logran encontrarla, guarda un tesoro, el Tesoro del Delfín. Flanqueas la puerta acorazada y bajas los escalones. A mano izquierda unas vitrinas. Trabajo con piedras duras, emulan vistas de paisajes bucólicos. Entre obras llenas de historias, iconografía y mensaje, el espectador concienciado y sensible sucumbe ante estas exquisitas manifestaciones que apelan a algo que la mayoría compartimos; el placer que experimentamos ante las cosas bellas. Sencillamente hermosas, que nos recuerdan las manos prodigiosas que convivieron entre nuestros antepasados y que conviven hoy en día. El ser humano capaz de manipular la naturaleza y encerrarla en objetos lujosos que nos alegran el sentido que más usamos en este siglo, el de la vista.

Dionisio Rodríguez (Casas de Millán) reflexionó un día sobre el valor de los materiales que nos acompañaban día a día y decidió descontextualizarlos para crear algo novedoso. La base está también en la piedra, pero no se trata de mesas palaciegas aunque sí de vistas idílicas y paisajes reconocibles.

Nos enfrentamos a un fenómeno que se ha ido fraguando a lo largo del tiempo, y que hunde sus raíces en el siglo XVIII. Por una parte, la creación consciente de Millán (nombre artístico de nuestro protagonista) y por otra, la democratización y difusión del arte que ha provocado el surgimiento de nuevos artistas. Esto se constata en la figura del pintor Millán. ¿Pintor? Sí, porque usa diferentes materiales pero al final es la pintura la que da el manto de homogeneidad a su obra.

Antes de trasladar su actividad a Barcelona, ya había realizado incursiones en el mundo de la pintura. Pero como no podía ser menos fue al llegar a esta ciudad abierta al mar y a las nuevas ideas donde encontró la inspiración para seguir con esa pulsación que latía en su mente. En una fábrica una máquina devastaba la piedra, y fue en ese momento en el que Millán decidió adaptar la fría técnica de la industria a sus manos artesanas.

Paisajes de muy diferente tipo, aquello que Millán almacenaba en su cabeza debía salir, pero no podía ser de cualquier forma. No era un mero artesano que desease crear un recuerdo fuera de lo común, buscaba algo, ser original.

Una enciclopedia de arte y los consejos de un doctor artista también, le llevaron a indagar sobre las posibilidades de esta técnica. Emprendió una nueva fase en su proyecto. Luego llegaron los libros sobre la perspectiva y color, libros al alcance de muchos pero que son desaprovechados. Millán, se denomina como autodidacta, pero tal posición no sería posible sin el proceso previo, algo de lo que hablamos en la introducción y que tiene que ver con la democratización del arte.

Pero antes de seguir con lo que es la técnica en sí y su evolución me gustaría que reflexionemos sobre la intencionalidad, aquello que hace del arte, arte, y no un mero objeto. Ante la pregunta de qué es el arte, Millán contesta “El arte es como un acontecimiento rico y complejo de intensa vitalidad que ofrece tantas facetas como una piedra preciosa” Piedras…¿cuál fue la motivación?, la afirmación del artista es rotunda “Yo realizo estas obras para mí, porque disfruto con ellas. Si el público también disfruta, alcanzamos el segundo nivel”. Tras meses de trabajo minucioso es comprensible que Millán sienta su obra como algo muy personal y diferente. Puede dedicar a una de sus piezas hasta nueve meses. ¿Hemos perdido esto en el arte actual?Sus manifestaciones no plantean interrogantes, no suponen un reto intelectual, se complacen en sorprender y agradar de una forma sencilla.

Susana García Flórez.

domingo, 4 de enero de 2009

Pilo Gómez-Barquero

LA BELLEZA

Bajo un roble dormía Begoña. La tarde discurría en un otoño amable y, entre unas pocas nubes, el sol la despertó. Abrió sus ojos. La luz atravesaba las hojas del roble preñándolas de magia y Begoña, todavía amodorrada, en lugar de hojas vio un banco de peces ocres, amarillos y cristalinos que parecían caramelos. Entonces se ancló, inmóvil, sin atreverse siquiera a pestañear para no romper la inesperada sensación que irrumpía en su siesta campestre, aunque todavía no había decidido si era una visión real o el final de algún grato sueño.

El árbol agitó sus hojas acompañando un soplo de aire fresco y los peces se transformaron en barcas oscuras zarandeadas en un luminoso mar, cegador a contraluz. Begoña empezó a sospechar que estaba despierta, tumbada, mirando embobada a un árbol excéntrico que hacía cosas raras; ella realmente nunca se había detenido a observar con atención ningún árbol. Estaba abrigada, cómoda, no tenía prisa alguna; así que permaneció quieta y alerta, retando al árbol a continuar con nuevos espectáculos.

El árbol pareció aceptar el reto. Al poco surgieron de alguna parte tres ardillas revolviendo hojas y curvando ramas, disputándose una bellota, mientras que Begoña se creía en un circo viendo trapecistas rasgar el aire. Se disponía a aplaudir con los párpados para no distraer al árbol, pero éste aún no había terminado su actuación. Tras la batalla de las ardillas docenas de hojas se desprendieron y comenzaron a caer. Las hojas bailaban en zigzag y en espiral. Unas sacaban cadera cuando planeaban, otras destacaban la cintura al revolotear. Muchas estiraban brazos. Algunas parecían deslizarse y otras tropezar. Pero todas ellas, con su halo luminoso, hicieron que Begoña se planteara si eran hojas “santas” o “hadas”.

Permaneció ensimismada, abstraída en divagaciones, hasta que una bellota cayó en su rostro arrebatándola de su placer. Entonces se incorporó y el roble quedó en silencio. Ahora, de pie, se daba cuenta de que había gozado de una manera especial con sólo unas pocas hojas. Se había recreado con la versatilidad de formas de unas simples hojas, todas ellas iguales, pero cada una poseída por un baile propio. Las imágenes que había vivido bajo el roble nunca antes las había percibido, aunque en muchas ocasiones se había recostado debajo de árboles. En ese momento se preguntó si cada árbol tendría su propia colección de posturas fantásticas, y miró al tronco con afecto.

Con un peculiar impulso de agradecimiento hacia el roble, se levantó y rodeó el tronco con los brazos pero no llegó a culminar su abrazo; todavía quedaba una sorpresa más. En la corteza había grabada una inscripción que decía: “la belleza es gesto, la fealdad es gesto”.

Pilo Gómez-Barquero

sábado, 3 de enero de 2009

Iriarte

...ESCAPARSE A PARÍS, VER DE NUEVO NOTRE DAME.

Volver a Notre Dame, reencontrarse con aquel muchacho amigo de los gorriones y las palomas, de él Laura aprendió en su primer viaje como hacerse amiga de las aves, solo le bastó desmenuzar aquel dulce que momentos antes había comprado y que le había sido imposible digerir, ponerlo sobre las palmas de sus manos, extender los brazos, y permanecer inmóvil, las aves aquella tarde en vuelo libre, planearon de un lado al otro del parque.

La Villa Borghese, y su último viaje a Italia y aquel profesor de segundo, que logró vencer el tedio que Laura sentía por la palabra Barroco, primero Bernini, después Borromini, Apolo y Dafne, Plutón y Proserpina, y el mármol que recobrando vida se doblega ante la mano del artista. Caminando durante un rato dio con una de esas librerías de lo viejo, que tanto le fascinaban, abrir cualquier ejemplar de esos libros suponía vivir un instante mágico.

Te tuve cuando eras dulce, acariciado mundo. Realidad casi nube, ¡cómo te me volaste de los brazos! Ahora te siento nuevamente.No por tu luz, sino por tu corteza,percibo tu inequívoca presencia...agrios perfiles, duros meridianos,¡áspero mundo para mis dos manos¡

Paris y el barrio judío era uno de los lugares preferidos para Laura, nunca falto a esa cita, visitar el Museo Picasso en su primer viaje era una de sus prioridades, tenía que ver aquel cuadro ; Mujeres corriendo al borde de la playa, esta vez eran más de las seis y el Museo estaba cerrado, aún así Laura volvió a evocar la figura de la mujer de perfil griego, que sin olvidar apoyar su pie derecho firmemente sobre la arena de la playa, tenia como cómplice el viento que la impulsaba peinando su rizada cabellera. Pero y ese formato... le pareció diminuto, esas mujeres en perfecta carrera proyectadas en el aula siempre le parecieron gigantas.

Laura, en este viaje se había prometido así misma restringir toda visita a los Museos, tan solo el Museo Rodín se dijo; tomo el metro al llegar a la Avd Auguste Rodín, comprobó que los postes de las farolas aparecían empapelados con pegatinas de colores, anunciando que la entrada al Museo era gratis, buscó la puerta de acceso, desorientada, comprobó que estaba cerrada, situándose ante el interfono preguntó; al otro lado una voz femenina ; Madamoiselle, cerramos los miércoles vuelva Ud. mañana.

Tomo de nuevo el metro, pensando que podría llegar a tiempo para visitar la Saint Chapelle, apenas transcurrió media hora Laura se encontraba en el interior del edificio, el tiempo allí pareció detenerse, por un momento su estomago protestó mirando su reloj recordó que era la hora de comer. Saliendo del edificio vio de nuevo la avenida que le conducía al cauce del Sena, caminando llegó hasta EL Café de los Artistas, el día era soleado y decidió sentarse en una de las mesas de la terraza. El camarero se dirigió a ella extendiéndole la carta, sin dudarlo eligió espagueti, los hidratos le irían bien, había caminado durante horas. Abonando la cuenta, de nuevo volvió sobre sus pasos, hasta llegar hasta Saint Michael, donde el escaparate de una de esas librerías de lo Antiguo, atrajo de nuevo su atención, aquel espacio se configuraba por medio de las estanterías repletas de libros. Pensó durante unos instantes, que no debía entretenerse mucho si quería encontrar el Museo abierto, fiel a su propósito tomo uno de los libros de un estante, abriéndolo al azar leyó….

Un hombro todo desnudo
Como verdad
Cumple su exactitud
En este borde de la tarde
Que brilla toda sola
Bajo la secreta media luna
De mi nostalgia.

Iriarte.

viernes, 2 de enero de 2009

Beatriz Talaván

TODOS LOS LIBROS TIENEN UNA HISTORIA
El Regalo de Reyes

Todos los libros tienen una historia. Digo esto no pensando precisamente en el contenido, sino en las cosas que asociamos a los libros. Estos quedan impregnados del momento de nuestra vida en el que lo leímos; del momento en el que cayó en nuestras manos; de la persona que nos lo regaló; de aquella a quién después se lo hemos contado…

Mi mejor regalo de Reyes ha sido el Diccionario de las vanguardias en España de Juan Manuel Bonet; ¿por qué? Porque ha cerrado la Navidad como debía ser cerrada. Mi Navidad ha sido volver a Madrid, estar en casa, volver a amigos viejos y a las pasiones que comparto con ellos, la cultura en general y la literatura en particular –que a menudo me gusta con ellos más que con otros-. Madrid significa también (y como parte de lo anterior) motivarme y recordarme que sigo siendo estudiante, como la mitad de ellos, y que va siendo hora de ponerse a recopilar información para las asignaturas que he elegido este año, una sobre los géneros literarios de finales del s. XIX y principios del s. XX –no me puedo permitir muchas por aquello del exilio voluntario-. En esta línea, Madrid ha significado “hacer acopio de vanguardias literarias”.

Durante estos días he leído Los detectives salvajes de Roberto Bolaño, que me ha hecho reír por la inocencia o por la sinceridad de alguno de sus personajes; me ha acomplejado por el despliegue de erudición del que hacen gala sus protagonistas; me ha hecho enfadar, por una primera impresión de inverosimilitud de tamaño conocimiento en gente tan joven –luego me han explicado que antes todo era así: acumular lecturas sin orden ni concierto pero con mucha memoria, voracidad y pasión. Y hablar de ellas, hablar mucho de ellas.-; y que por último, además de insertarme de lleno en los movimientos literarios postvanguardistas sudamericanos, en el ansia de la poesía joven mejicana (joven, cuando mis padres eran jóvenes), me ha brindado estupendas discusiones literarias con gente a quien tengo en alta estima y me ha motivado a seguir escribiendo, si es que había empezado.

Los detectives salvajes, está, como toda la Navidad, lleno de vanguardias –para mí también lleno de Madrid-. El estudio metódico (ya he dicho que yo también tengo que preparar exámenes) de las vanguardias me lleva a una de mis hermanas, primera persona de referencia a quien acudir en busca de información inicial sobre un tema como este, -amigos, hermanos, claros amor y bienestar ¿no?-. Después un paseo por la Cuesta de Moyano, a ver qué me encuentro y qué puedo traerme a las Alemanias, cualquier buena excusa que me aleje de las obligaciones de mis tardes de invierno: Los días en rojo, textos y declaraciones colectivas del Grupo Surrealista de Madrid, primera edición de 2005, conmemoración de sus veinte años de publicaciones y actividad ininterrumpida. Quizás para muchos es un descubrimiento inocente, yo ni lo intuía, por eso lo comparto con una sonrisa.

Finalmente, cuando ya todo estaba acabando: la buena vida, las cañas tamaño caña, las charlas sobre literatura, teatro, cine, revistas, cotilleos absurdos pero divertidod, problemas personales, etc., llegó la Reina Maga cargada de más vanguardias y una nota preciosa “Esta obra desmiente del todo que España haya sido la “reserva espiritual” - así la llamó el franquismo- de Europa. Las inquietudes artísticas y culturales fueron las mismas. ¡Qué lo disfrutes!”. Cuando lo desempaqueté y la abracé sonriendo añadió: “qué suerte tenéis”.

Beatriz Talaván.