sábado, 3 de enero de 2009

Iriarte

...ESCAPARSE A PARÍS, VER DE NUEVO NOTRE DAME.

Volver a Notre Dame, reencontrarse con aquel muchacho amigo de los gorriones y las palomas, de él Laura aprendió en su primer viaje como hacerse amiga de las aves, solo le bastó desmenuzar aquel dulce que momentos antes había comprado y que le había sido imposible digerir, ponerlo sobre las palmas de sus manos, extender los brazos, y permanecer inmóvil, las aves aquella tarde en vuelo libre, planearon de un lado al otro del parque.

La Villa Borghese, y su último viaje a Italia y aquel profesor de segundo, que logró vencer el tedio que Laura sentía por la palabra Barroco, primero Bernini, después Borromini, Apolo y Dafne, Plutón y Proserpina, y el mármol que recobrando vida se doblega ante la mano del artista. Caminando durante un rato dio con una de esas librerías de lo viejo, que tanto le fascinaban, abrir cualquier ejemplar de esos libros suponía vivir un instante mágico.

Te tuve cuando eras dulce, acariciado mundo. Realidad casi nube, ¡cómo te me volaste de los brazos! Ahora te siento nuevamente.No por tu luz, sino por tu corteza,percibo tu inequívoca presencia...agrios perfiles, duros meridianos,¡áspero mundo para mis dos manos¡

Paris y el barrio judío era uno de los lugares preferidos para Laura, nunca falto a esa cita, visitar el Museo Picasso en su primer viaje era una de sus prioridades, tenía que ver aquel cuadro ; Mujeres corriendo al borde de la playa, esta vez eran más de las seis y el Museo estaba cerrado, aún así Laura volvió a evocar la figura de la mujer de perfil griego, que sin olvidar apoyar su pie derecho firmemente sobre la arena de la playa, tenia como cómplice el viento que la impulsaba peinando su rizada cabellera. Pero y ese formato... le pareció diminuto, esas mujeres en perfecta carrera proyectadas en el aula siempre le parecieron gigantas.

Laura, en este viaje se había prometido así misma restringir toda visita a los Museos, tan solo el Museo Rodín se dijo; tomo el metro al llegar a la Avd Auguste Rodín, comprobó que los postes de las farolas aparecían empapelados con pegatinas de colores, anunciando que la entrada al Museo era gratis, buscó la puerta de acceso, desorientada, comprobó que estaba cerrada, situándose ante el interfono preguntó; al otro lado una voz femenina ; Madamoiselle, cerramos los miércoles vuelva Ud. mañana.

Tomo de nuevo el metro, pensando que podría llegar a tiempo para visitar la Saint Chapelle, apenas transcurrió media hora Laura se encontraba en el interior del edificio, el tiempo allí pareció detenerse, por un momento su estomago protestó mirando su reloj recordó que era la hora de comer. Saliendo del edificio vio de nuevo la avenida que le conducía al cauce del Sena, caminando llegó hasta EL Café de los Artistas, el día era soleado y decidió sentarse en una de las mesas de la terraza. El camarero se dirigió a ella extendiéndole la carta, sin dudarlo eligió espagueti, los hidratos le irían bien, había caminado durante horas. Abonando la cuenta, de nuevo volvió sobre sus pasos, hasta llegar hasta Saint Michael, donde el escaparate de una de esas librerías de lo Antiguo, atrajo de nuevo su atención, aquel espacio se configuraba por medio de las estanterías repletas de libros. Pensó durante unos instantes, que no debía entretenerse mucho si quería encontrar el Museo abierto, fiel a su propósito tomo uno de los libros de un estante, abriéndolo al azar leyó….

Un hombro todo desnudo
Como verdad
Cumple su exactitud
En este borde de la tarde
Que brilla toda sola
Bajo la secreta media luna
De mi nostalgia.

Iriarte.

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