jueves, 12 de marzo de 2009

PORTADA Y PRESENTACIÓN MARZO



UN NUEVO TRAZO


La revista Trazos nace hoy y aquí, con el ánimo de convertirse en un espacio plural, donde los estudiantes tengamos un hueco para crear y expresarnos. La puerta del Periódico del Arte se nos ha cerrado, pero cuando una puerta se cierra, otra se abre. La más amplia mayoría de aquel equipo, con el que todavía contamos y que siempre se mantendrá abierto a las nuevas incorporaciones, seguirá hacia delante para que, cada mes, sus palabras lleguen a la universidad.

Nuestra intención es abordar el arte desde la óptica de sus más distintas manifestaciones. Cine, literatura o fotografía son algunos de los temas a los que nos acercaremos desde los más diversos formatos como la crítica, el ensayo o la entrevista.

Muchos empiezan una carrera y luego, al terminarla a los cinco años, se dan cuenta de que ellos pasaron por la universidad, pero la universidad no pasó por ellos.

Porque ésto no debe limitarse a la pesada carga de madrugar cada día para pasar frío en clases en las que solo habla el profesor. La universidad debe ser algo más, debe ser conocimiento e ilusión, algo que no proporciona ni la pasividad ni el atracón de no dormir en época de exámenes. Y si la universidad se desvirtúa y nos desilusiona a veces, no debemos conformarnos echando la culpa siempre a los profesores, el sistema caduco de exámenes, la escasa o nula financiación de proyectos, etc

Nosotros, más que nadie, somos la universidad. Y cada uno puede, a su manera, hacer que la universidad pase por él. Porque está en nuestra mano, y es nuestra responsabilidad, abrirnos nuevas puertas cuando otras se nos cierran.

miércoles, 11 de marzo de 2009

FOTOGRAFÍA



Walker Evans en la Fundación Mapfre

Del 15 de enero al 22 de marzo se puede ver en la Fundación Mapfre una exposición de fotografía de Walter Evans (1903-1975), que tras abandonar Francia fue en busca de una imagen más autóctona, la norteamericana del primer tercio del s.XX.
Creador de la fotografía documental, la exposición comprende una amplia selección de instantáneas tomadas entre 1928-1975 realizadas en gelatina de plata. En ellas Walter recoge imágenes de las ciudades que poco a poco van emergiendo en una sociedad capitalista, del cambio de sus ciudadanos y en definitiva de la creación de una nueva sociedad.
Su manera de captar esa realidad es siempre imparcial, de fría mirada, sin edulcorar lo que ve, sólo enfoca y capta. Es un gran testimonio para comprender la historia del pueblo norteamericano y de otros lugares, como por ejemplo Cuba, pues se exponen unas fotos de esa serie. La mayoría de las fotografías pertenecen a colecciones privadas, por lo que resulta satisfactorio poder verlas.
Es interesante la concepción que tiene Evans de la fotografía pues su obra está lejos de lo que se consideraba arte en fotografía, y se dedica a captar aquellos rostros tristes, aquellas caras llenas de incertidumbre, de dudas sobre su futuro y de preocupación por el presente. Las fotografió Walker Evans en blanco y negro, primero con su Leica, después escondiendo su Contax de 35 mm. Allí están los verdaderos rostros del pueblo americano. La deprimida historia de la América del interior, el país profundo. También la pobreza, la incertidumbre, vivía en los barrios, en las calles, en las casas o los transportes de las grandes ciudades. Las primeras, las fotos de la gente del campo que mira a la cámara, granjeros de Alabama, niños tristes de Virginia, mujeres preocupadas en los tiempos de la Gran Depresión. Las otras son fotos de ciudadanos de la clase trabajadora, de olvidados de la fortuna, que se mueven por las muelles de Brooklyn o por las calles del Bronx.

Victoria-Ana Elunku Asanqono.



BLURB.COM


Algunos de vosotros, mientras leéis esto, lleváis una cámara en el bolsillo. En cualquier momento la sacáis, hacéis una foto y la subís a Tuenti, a Facebook, o a dondequiera que sea que subís vuestras fotos, jovenzuelos. Y ni siquiera se os pasa por la cabeza sacar una copia en papel, ¿a que no? Parafraseando libremente la canción ochentera, podríamos decir que “la cámara digital mató al papel con brillo”. O no. Precisamente Internet, supuesto verdugo de la fotografía tal y como la entienden nuestros padres, ofrece una sorprendente tercera vía. Subid al aula de informática y entrad en una página que se llama blurb.com. Estos señores se dedican a fabricar libros con las fotos de la gente. Entras, te registras, te bajas un programa, vas pegando tus fotos y, cuando terminas, subes tu libro y encargas tantas copias como quieras. A partir de diez euros, más gastos de envío, puedes tener el tuyo. El resultado es parecido a los de Taschen. Luego, si os escuecen la ambición o los delirios de grandeza, también podéis ponerle un precio y daros de alta en Google Books, y así cualquier persona del mundo os lo puede comprar. Pero, como digo, la sensación de tener tus propias fotos cuidadosamente editadas en la estantería ya merece la pena. Yo acabo de terminar un libro con imágenes de Estados Unidos que se titula SIDEWALK. Y como tengo un morro que me lo piso, lo promociono aquí, en el periódico de la facultad. Ya que estáis en blurb.com, buscadlo y echadle un ojo. El programa te permite mirar las quince primeras páginas de todos los libros, como si estuvieses en una librería. ¿Muerte a la foto en papel, entonces? No: más bien muerte a los álbumes horteras.

Rfa.

martes, 10 de marzo de 2009

GALERÍAS

Galería Fernando Latorre
Psicótico

Colectiva

En septiembre de 1945 Georges Dubuffet visitó a Antonin Artaud en el manicomio de Rodez. La misma sensación que experimentaría Dubuffet al encontrarse con Artaud es la que podemos sentir al visitar la exposición de la Galería Fernando Latorre. Una muestra colectiva -de Lido Rico, Paco García Barcos, Pablo Milicua, José Moñú y Evru (Zush)- que lleva por título el nombre de Psicótico y que evoca ese arte de los locos a medio camino también de la genialidad. En esta sala se respira un aire de catarsis, de liberación artística realizada por medio de diversas técnicas como el collage, la pintura o la escultura. La muestra acoge una obra a punto de despegar. Se trata del Nostromo, de Pablo Milicua. Una pieza recubierta de mosaico que presenta objetos de lo más kitsch y folclóricos y que nos recuerdan a esas figuritas que poseen nuestras abuelas. Esas sevillanas o esas Vírgenes que saldrán despedidas con la nave y formaran parte de toda la basura espacial que orbita sobre
nuestras cabezas.

Hasta el 19 de abril.


Galería Metta
Alfredo García Revuelta

“Contra el viento. 1987-2008”

La Galería Metta expone estos días la obra de Alfredo García Revuelta. Un artista que emerge en medio del frenético panorama cultural de los años 80. Década en la que se pone de moda lo español fuera de nuestras fronteras. García Revuelta despuntó en las Muestras de Arte Joven realizadas en esos años con el patrocinio del Estado. Su obra, pictórica y escultórica, se mueve
en la estela del cómic. Su trabajo posee una gran carga irónica y ácida, que también se lee en los títulos de su producción, y que tienen un simbolismo muy claro. El Umheimliche freudiano,
la inquietante extrañeza, impregna sus piezas de principio a fin como en El Paso del Tiempo o La Mujer Embarazada, de 1995 y 1996 respectivamente. La vida se nos presenta tal y como es en García Revuelta, sin desviaciones éticas o morales hacia lo políticamente correcto. Con su ternura y delicadeza unas veces y su crueldad y violencia en otras. El mensaje de este artista es claro al presentarnos una sublimación artística de lo dramático.

Hasta el 30 de marzo.


Galería Marta Cervera
Sol Lewitt

Los castillos de arena que se diluyen con el mar aparecen reflejados en estas obras efímeras, las construcciones y las pinturas murales de Lewitt que desaparecen con cada final de exposición. El artista y su equipo de colaboradores las destruía en el mismo momento en que dejaban de pensarlas. Al igual que un niño que idea fantasías arquitectónicas en su cabeza,
Lewitt recurría a formas básicas como cuadrados y cubos para componer una danza de formas poéticas. La estructura minimalista resuena en dulce lirismo cuando Lewitt le otorga forma y color. Las líneas paralelas de su técnica de la proyección isométrica no son más que un pretexto conceptual, en el que no existe ni un yo (artista) ni un (espectador). La perspectiva
se adivina por su ausencia vaciando de toda aura la creación del genio. Lewitt nos enseña a mirar más allá de lo que tenemos delante y a pensar la obra como la realización de un proyecto
estructural que se construye a partir de sus formas geométricas.

Hasta el 28 de Marzo.



Galería Arteveintiuno
Axelle Fossier

R.A.D.I.O.

Axelle Fossier nos descubre en cada una de sus instantáneas aquello que suponía el orden de lo estético para el maestro del verbo Paul Valéry. La vista, el tacto, el olfato, el oído, el movimiento y el habla, decía el poeta, nos lleva a veces a detenernos en el placer que nos causan. Cada uno de estos efectos son infinitos, como lo son las percepciones del artista y el espectador ante estas fotografías. En Fossier la ciudad se convierte en un decorado parlante, en un mosaico de zonas que la luz nos permite ver y que se entremezclan con fondos oscuros teñidos por ensoñaciones. El negro, el color de la omnipotencia, precisa de las experiencias y sentimientos de esta fotógrafa. Sus paisajes urbanos reflejan las múltiples punzadas que el mundo ha dejado marcado en su interior. Como ventanas que se abren para revelarnos los más íntimos secretos, podemos ver y sentir más allá de sus imágenes. Esta joven artista, que ha expuesto ya en París o China, nos regala aquello de lo que carecemos a veces y que es la grandiosa capacidad para soñar.

Hasta el 30 de marzo.

Luis Cáceres.

lunes, 9 de marzo de 2009

CINE: Crítica


EL LUCHADOR. Darren Aronofsky.


El gran perdedor de los Oscars ha sido Mickey Rourke. Primero, porque 4 días antes de la ceremonia se murió su chihuahua Loki; y segundo porque Sean Penn le levantó el premio. El mismo premio que todo el mundo le había augurado por El Luchador. ¿Es justo este no-reconocimiento? Yo creo que sí. Y no porque la interpretación de Rourke no sea buena, sino porque El Luchador es un ejercicio de autocompasión, y como tal ha de inspirarnos una lástima insobornable. No olvidemos que Darren Aronofsky, el director, ha filmado esta peli después de estrellarse con La fuente de la vida. Tanto él, como Rourke, como Randy “The Ram” o como el mismísimo Loki, son perros heridos. Y lo que esperan de nosotros es que sintamos placer al decir: “pobrecitos”.

Rfa.

EL DESAFÍO: Frost contra Nixon. Ron Howard.


Uno de los logros más difíciles de conseguir en cine es que un personaje parezca listo. Lo más habitual cuando un director se empeña en crear a un tipo con cerebro es que al final le salga rana: o listillo, o repelente. Por eso el principal motivo de regocijo de El Desafío: Frost contra Nixon, es que por primera vez asistimos a la puesta en escena de una inteligencia verosímil y robusta, sin rastro de afectación. La película reconstruye la histórica entrevista entre David Frost, un vivalavirgen televisivo, y el recién caído Richard Nixon. Pero, en realidad, el verdadero espectáculo está en ver con que maestría está escrita y filmada la inteligencia de Nixon, maravillosamente interpretado por Frank Langella.

Rfa.


YAKUZA. Sydney Pollack.


Dada la ingente cantidad de basura cinematográfica con que nos obsequian las grandes salas, no resulta un acto vano para la higiene mental del espectador el frecuentar el cine Doré de la Filmoteca Española. En este febrero hemos asistido, dentro de los homenajes a Sydney Pollack, a la proyección de uno de sus mejores filmes: Yakuza (1975). Creador competente pero irregular, Pollack teje en esta película una ejemplar historia sobre la mafia japonesa y sus códigos de honor, encauzada bajo un magistral ritmo narrativo en el que se hilvanan reflexiones sobre el pasado, la venganza, el compromiso y el amor mortecino. Un Robert Michum crepuscular y el sobrio japonés Takakura Ken, marcan la que es, con permiso de Jeremiah Johnson (1975), el filme más perdurable de Sydney Pollack.

Pastor.

domingo, 8 de marzo de 2009

CINE: Noticias


KATE WINSLET, PE Y EL TRIUNFO DEL SLUMDOG DEBOYLE




Un chico sale de su casa en los suburbios de la India y decide ir a un concurso de televisión. Es el más pobre y quizás el peor vestido para la ocasión, pero una vez allí demuestra que no es el peor preparado, sino el mejor. En la ficción, ese chico se llama Jamal. En la vida real, se llama Danny Boyle, y el concurso que ha ganado son los Oscar.
El director de Manchester llegó de tapado con Slumdog Millionaire bajo el brazo. Pero Hollywood no deja de sorprendernos. Tras encajar el golpe, la meca del cine hizo justicia y premió a este proyecto. Y es que Boyle, con un grupo de desconocidos y un bajo presupuesto, había hecho CINE. Había contado una historia comprometida, con contenido, con un mensaje, y entretenida… y lo había hecho sin el poder, el presupuesto, las apariencias y el glamour de Hollywood. El resultado: mejor película, mejor guión adaptado, mejor director… y así hasta ocho premios que la convierten en la merecida gran vencedora de esta 81 edición.


La noche de Pe

Largos vestidos de diseño, curvas de vértigo, esmóquins y flashes por doquier. La comidilla no faltó en la alfombra roja, pero en España, el momento más esperado de la noche era otro. Una española podía ganar por primera vez un Oscar a la mejor actriz. Y lo hizo, aunque lo cierto es que su elección no sorprendió demasiado. No por sobresalir sobre sus competidoras, sino por todo lo que rodeaba ese premio. Si alguien sobresalía era Kate Winslet, pero el hecho de estar nominadas en distintas categorías ya se vio como un triunfo para la española. Y si hay algo que Penélope Cruz tiene detrás es una gran campaña publicitaria (llamada Harvey Weinstein), y funcionó a la perfección.
Este premio era la única oportunidad de salvar a Woody Allen de una cinta horrorosa. Y es que Vicky, Cristina… Barcelona no ha conseguido enganchar ni a la crítica, ni al público ni a la academia, que tanto le debe. Pero una española que grita, y habla inglés con acento de Alcobendas era la excusa perfecta. Y Pe, sin grandes dotes interpretativas, ese perfil lo borda.
“And the Oscar goes to… Penélope Crusss”. La española no defraudó a nadie la noche de los Oscar. Se levantó con esa imagen elegante que vemos en las revistas. Caminó hacia el atril con el peinado que quería ver Almodóvar (para gustos los colores), y al coger la estatuilla, Penélope se convirtió en Pe. Esta vez no gritó, gracias a Dios, pero ese graznido antes de empezar a hablar, la delató.
Hay quien ve esto como un premio para España. A otros les preocupa la imagen que podemos dar en el extranjero. Pero a quienes vemos esto como un premio a la interpretación, nos chirría. Aunque el caso es que, nos guste o no, Penélope Cruz ha sido nombrada mejor actriz de reparto. Felicidades.


Sencillamente, Kate


Atrás queda la chica que descubrimos hace una década en el Titanic. Hoy, Kate Winslet ha madurado, y en cuanto a actuación, no ha tenido rival. Todo lo que ha hecho esta chica en 2008, lo ha hecho mejor que bien. Por eso su premio a mejor actriz principal no es ninguna sorpresa, y aunque gratificante, se queda corto.
Tras meses recibiendo premios como mejor actriz principal por Revolutionary Road, de repente su reencuentro con Leonardo Di Caprio desaparece del mapa y no está ni en las nominaciones. En su lugar, aparece su papel en El Lector, que aunque merecedor del premio, no deja de ser impactante. El personaje que tantas veces le había hecho mejor actriz de reparto, de repente se convierte en protagonista.
Dos merecidos premios para una misma actriz parecían demasiado. Se ve que Hollywood no tuvo con Winslet el mismo valor que con el Slumdog Millionaire de Danny Boyle, o simplemente tenía otros compromisos. Por eso decidieron eliminarla de una categoría. Ya sabemos a quién le tocó ese premio. Gran trabajo, Harvey Weinstein, productor de las películas de las dos actrices premiadas. Su peso en la industria y su lobby publicitario supieron manejar a la academia una vez más. Porque no nos engañemos. Hollywood ha sido, es y siempre será un gran negocio, y muchos son los intereses que hay de por medio.


Los otros ganadores

Más reñido lo tuvieron los hombres. La quinielas no fallaron con Heath Ledger, y su Joker se despidió a lo grande poniéndonos a todos una sonrisa. Quien perdió el asalto fue el luchador de Mickey Rourke, que seguro que nos dará muchas alegrías. Pero es que enfrente apareció Sean Penn, y ahí no hay discusión.
Pero sin duda, en la noche del cine faltó una estatuilla. Por favor, que alguien le de un Oscar a Hugh Jackman. Eso sí que es presentar y animar una ceremonia.

D. C.

sábado, 7 de marzo de 2009

EXPOSICIÓN 1



Carne y realismo en el Prado


"Si se piensa que mis obras son violentas es que no se ha pensado previamente en la vida... No llego a ser tan violento como la propia vida", decía Bacon cuando le preguntaban por el desconcierto que desataban sus cuadros. Proveniente de la Tate Britain de Londres, llega a las salas del Prado una exposición que nos permite conocer la obra de Francis Bacon, el cual aterriza en su tan adorado museo, donde pasó horas observando y analizando las pinturas de Goya o Velázquez., con unas 70 pinturas y una serie de documentos que nos permiten conocer mejor al artista.

Bacon no tuvo una infancia feliz: nacido en Dublín, vivió bajo la batuta de un padre autoritario que con dieciséis años le echó de casa al manifestar sus orientaciones homosexuales. Su formación artística fue prácticamente autodidacta, y hacia 1929 comienza una producción pictórica al óleo actualmente pérdida porque el mismo Bacon la destruyó insatisfecho de los resultados. Es a comienzos de la década de los 40 cuando el artista vuelve a su pasión, y crea las obras que ahora conocemos.

A través de diez secciones el Museo del Prado muestra el mundo particular de las obsesiones del artista, el cual representaba temas actuales pero utilizando de manera extremista los medios clásicos de la pintura. Las crucifixiones y trípticos, tipologías que Bacon pintó en momentos cruciales de su carrera a pesar de la paradoja que el tema religioso significaba para un ateo convencido, son obras en las que la brutalidad y el miedo (instintos que recorren toda su producción, junto al análisis de la carne y sus texturas) se mezclan con la atracción por el ritual del sacrificio. Los santos son sustituidos por monstruosas figuras de carnalidad explícita, con una fuerte presencia dentro de espacios vacíos, y con una visión violenta a la par que laica de esos antiguos cuadros religiosos.


Destacan así mismo los retratos, muy frecuentes a partir de la década de 1960, y en los que Bacon buscaba reinventar este género: nuevamente en espacios vacíos dotados de algún que otro objeto cotidiano, los personajes se muestran distorsionados en su apariencia con la intención de buscar la verdad más profunda del retratado, ya sea mostrando el cuerpo humano desnudo como mera carne comestible, o la fragilidad y patetismo del personaje (como en el caso de los retratos de su amante George Dryer). No hay que olvidar la importancia de la serie que Bacon dedicó al retrato de Inocencio X de Velázquez, transformando el personaje en un Papa enjaulado cuyo grito es manifestación de la tensión entres espacio interior y exterior.

Por último, la exposición permite apreciar la importancia que la fotografía tuvo en la obra de Francis Bacon, el cual dio uso a muchas imágenes como son las célebres instantáneas de Muybridge sobre el movimiento del cuerpo humano como se atestigua en “Niño paralítico andando a gatas” del 1961.

Habitualmente la obra de Bacon se malinterpreta como una agresión denigrante contra las formas naturales, pero ¿qué sucede si pensamos que su pintura corresponde más bien a todo lo que el mundo real tiene necesariamente de denigrante y agresivo?

Umberto Castillo.

viernes, 6 de marzo de 2009

EXPOSICIÓN 2



Elio Berhanyer: 50 años de moda



Con la resaca de la Pasarela Cibeles (Cibeles Madrid Fashion Week, para ser más correctos y parecer entendidísimos) pisándonos los talones, puede resultar una buena opción realizar una visita al Museo del Traje. Si no hemos pisado nunca este lugar, cosa probable, no sería mal momento para dar un repaso a la colección de dicho museo (nada espectacular) y, sobre todo, visitar la exposición Elio Berhanyer: 50 años de moda, inaugurada el 4 de diciembre de 2008 y de la que podemos disfrutar hasta el 19 de abril.

Elio Berhanyer es el creador de moda español más importante de su siglo, con la única excepción de Balenciaga. Nacido en Córdoba en 1929, y de formación autodidacta, siguió muy de cerca las opciones de Balenciaga y de André Courrèges, aunque siempre mantuvo una personalidad propia y un sello inconfundible (líneas geométricas, estructuras sólidas y volúmenes arquitectónicos, para sus creaciones de día, y suavidad, botones planos y de gran tamaño, así como reiteradas relecturas de los trajes de destacados personajes de la pintura española del siglo XIX, para la noche).

La exposición reúne más de cien trajes, además de algunos complementos y una decena de fotografías. Interesante es el video que nos recibe en la entrada, en el que el modisto y el comisario de la exposición, Pedro Mansilla, charlan acerca de varios aspectos que nos pueden ayudan entender el “universo Berhanyer”.

La muestra se divide en tres secciones, en las que a veces prima la ley del “cuanto más mejor”, lo que crea una mezcla en la que sólo vemos diferentes colores, perdiendo de vista las características fundamentales de los diseños. Dichas secciones son:

* “La Isla de los Faisanes” denominada así en homenaje a un tapiz de Charles Le Brun, Encuentro de Luis XIV, Rey de Francia y de Navarra, y de Felipe IV, Rey de España, en la Isla de los Faisanes en el año 1660, en el que se aprecia el contraste entre la forma de vestir de los franceses (lujo, color) y la de los españoles (elegancia, sobriedad, negro). Berhanyer manifiesta haber tenido una revelación ante dicha obra, algo que le marcará durante toda su carrera. El modisto cordobés trabaja con un sello español muy marcado, sin perder de vista el referente de la moda francesa: lo que el llama “el negro y el blanco de mi Andalucía”, es decir, las mujeres enlutadas en contraste con el blanco de las casas encaladas, sin olvidar la suntuosidad y el boato del charme francés, es algo que se refleja en los treinta diseños que se nos presentan en esta zona.

* “Entonces y ahora”, donde se incluyen creaciones pertenecientes a algunas de las mujeres más importantes de la sociedad española de las últimas cinco décadas, contextualizadas gracias a fotografías del momento (al ver los maniquíes que llevan los trajes, uno no sabe si está en el Museo de Cera, en alguno de los escaparates parisinos que fotografiaba Eugène Atget o si es el comisario simplemente se volvió loco). Este espacio incluye también, una muestra de complementos, entre los que destacan una selección de los diferentes uniformes de Iberia, joyas, perfumes y tocados…

* “50 años de moda”, donde se repasa, a través de un recorrido rigurosamente cronológico, algunos de sus mejores ejemplos de Alta Costura y prêt-à-porter, toda la trayectoria profesional de Elio Berhanyer.

Esta muestra es una oportunidad inmejorable para conocer de cerca a uno de los grandes artistas de la costura española, aunque él mismo afirme que no sabe ni coser un botón…


Mª Carmen Flores.

jueves, 5 de marzo de 2009

LITERATURA: Librería



YVETTE SÁNCHEZ / ROLAND SPILLER. La poética de la mirada.

En el libro La Poética de la Mirada de Yvette Sánchez y Roland Spiller, se alude a la mirada del poeta o del escritor. En uno de sus capítulos se analiza la obra de Julio Cortazar, y el sentido de pérdida que, para el escritor, la mirada lleva implícito. “ Me quedo pensando en todas las cosas que no veré yo, el juntador de hojas secas..”. Del mismo modo, Borges, el poeta ciego, en sus versos hace referencia a la limitación de la mirada, cuando ésta desea alcanzar la visión totalitaria del universo; “De la suma de las cosas del orbe ilimitado, vislumbramos apenas una que otra”.
Es en otro de los párrafos, donde tomando como referente la obra de Machado, Vidas improbables, se nos plantea la mirada que va más allá de lo aparente, la mirada interior; es en este caso Juan de Mairena quien nos interroga: "¿Pensáis, que un hombre no puede llevar dentro de sí más de un poeta? Lo difícil sería lo contrario que no llevara más que uno".


JOACHIM GASQUET. Cézanne. Lo que vi, lo que me dijo.

A lo largo de la historia, la mirada ha sido motivo y fuente de inspiración para escritores, poetas y artistas. El magnetismo de ésta, no exento de cierta capacidad cognoscitiva, sobre el objeto o persona mirada o admirada, ha sido un continuo referente en el arte. Para algunos es cuestión de aprendizaje. Sin embargo, la mirada del pintor se escapa a toda disciplina rigurosa. Autores, como Joachim Gasquet en su obra Cézanne Lo que vi y lo que me dijo, hace continúas referencias al gesto y la mirada de Cézanne, dotándola en cierta medida de una capacidad unitiva “aquel expansivo, tan contenido sabría expresar todas las riquezas de una caridad tanto mas refinada cuanto que en uno solo, se dirigía por decir así, a todos”. Es significativo, como en el texto la experiencia de ver y tener se fusionan: "Cézanne miraba y leía muy despacio, casi dolorosamente,… el trozo del mundo que arrancaba a la tierra o al libro, se los llevaba, grabados, ocultos en su interior... "

MERLEAU PONTY. El ojo y el espíritu.

Merleau Ponty a través de su obra El ojo y el espíritu, nos introduce en el universo pictórico. El pintor presta su cuerpo al mundo para cambiarlo en pintura. Es el ojo del pintor el que se conmueve ante determinado impacto, capta el instante del mundo y lo hace visible a través de los trazos de la mano. Para Ponty, todo lo visible está tallado en lo tangible. Del mismo modo, el modelo cartesiano de la visión es el tacto. Los ciegos, dice Descartes, “ven las manos”.
La visión del pintor es un nacimiento continuado, el pintor pinta para surgir. Entre el pintor y lo visible existe una inversión de papeles, por ello muchos pintores han dicho que las cosas los miran. André Marchand siguiendo a Klee: “En un bosque he sentido muchas veces que no era yo quien miraba el bosque. Ciertos días he sentido que eran los árboles los que me miraban, que me hablaban…. Yo estaba allí, escuchando”. Momento de inspiración en que es difícil discernir quien ve y quien es visto, quien pinta y quien es pintado.

DIDI-HUBERMAN. Lo que vemos lo que nos mira.

El título del libro Lo que vemos lo que nos mira de Didi- Huberman, sugiere la paradoja que el acto de ver lleva implícito, éste solo se despliega cuando se produce la escisión, que separa en nosotros, lo que vemos de lo que nos mira. En uno de los capítulos del libro se retoman las ideas de Ponty proponiendo en ellas una enseñanza: debemos cerrar los ojos para ver cuando el acto de ver nos remite, nos abre un vacío que nos mira, nos concierne y, en un sentido nos constituye. Didi-Huberman explicita en uno de sus párrafos este vacío con la frase de San Juan ante el sepulcro de Jesús “et vidit et creditit,” “Creyó porque vio”, San Juan no vio “nada”, justamente este vacío de cuerpo será lo que desencadena la dialéctica de la creencia. Para Didi-Huberman, la experiencia familiar de ver está en íntima relación con el tener; viendo algo tenemos la impresión de ganar algo. Cuando ver es sentir, algo inevitablemente se nos escapa, cuando ver es perder Todo está allí.


Iriarte.

miércoles, 4 de marzo de 2009

LITERATURA: Relatocromático


La escuela en casa.


La primera tarde fue como la segunda y como la tercera, y como la cuarta y como todas: me esperaba sentada en el borde de la silla, el gesto tímido e introvertido y la mirada indiferente de los adolescentes. El profesor de latín, ese era yo. Contratado por unos padres elitistas, miedosos y excesivamente estrictos. La escuela en casa como medida preventiva. Para crear a un ser modelo necesitaban mantenerlo fuera del cesto de las manzanas podridas, también del de las frescas y relucientes, pero algunos no tienen la capacidad de distinguir estas últimas de las primeras.

También la primera tarde, la segunda, así como la tercera y todas las demás encontré los libros de latín que había propuesto para mis clases cuidadosamente ordenados encima de la mesa de estudio; junto a ellos el diccionario, nuevo, reluciente –en mi vida me he encontrado con pocos diccionarios nuevos de latín- y lápices, bolígrafos y gomas de borrar ordenados por tamaños. Era escrupulosa y pulcra mi alumna, una perfeccionista.

Las clases trascurrían sin mayores incidentes: declinaciones, conjugaciones, traducciones sencillas y preguntas absurdas que yo intentaba resolver sin perder el buen humor. El latín le interesaba lo justo, era otra de las imposiciones de sus padres. Ella obedecía. ¿Latín?, pues latín, ¿francés? Pues francés, si hubiera sido ruso o arte etrusco, ella se habría sentado allí con el profesor correspondiente al que habría tratado con la misma corrección que me trataba a mí.

Me parecía una persona fría. Sus padres me gustaban poco, pero se deshacían en cumplidos y sonrisas cada vez que me veían, gente de esa que se prodiga en alabanzas cada vez que se topa con un ser al que considera de condición inferior, falsos pero intachables. Ella era distinta, distante, seria. Nunca me pregunté si sería infeliz, lo tenía todo. Poco a poco fui acostumbrándome a ella, a que su indiferencia o su timidez –yo quería interpretarla así- no le permitiera mirarme a los ojos cuando expresaba alguna duda, a que evitara el contacto con mi cuerpo aunque pasásemos horas enteras sentados el uno junto al otro; a sentirme fuera de su órbita pese a la cantidad de horas que le dedicábamos a las clases.

Porque sí, o para probarme como profesor, por realizar un experimento sociológico –por entonces me encantaba observar las reacciones de la gente a distintos comportamientos míos y descubrir patrones en esas reacciones-, me propuse sacarla del letargo aquel en el que parecía vivir; me propuse, hacer, durante al menos una clase, que le brillaran los ojos, conseguir que me mirara a la cara y que sus ojos y aquella boquita de niña mimada, me pidieran más, saber más. Enseñarle el placer de conocer.

Durante una semana, busqué, leí, adapté, fotocopié, mezclé, dibujé, pinté, corté, pegué. Al lunes siguiente, a la hora acostumbrada, estaba listo para empezar a dar las que yo juzgaba que iban a ser las clases más bonitas de mi vida. Al llegar estaba todo en su lugar, libros, diccionario, cuadernos, bolígrafos…, ella. Sin decir nada, lo aparté todo cuidadosamente y coloqué sobre la mesa un proyecto antiguo: una mitología a base de pinturas, dibujos y collages que había empezado al fragor de los primeros meses de la carrera y que había abandonado hacía mucho tiempo por diversos motivos. Para cada ilustración había preparado un relato; para cada personaje, una voz; para cada acontecimiento una mueca. Había preparado una sesión de cuentos, un teatro.

Mi primer proyecto duró una semana, a la siguiente me lancé con la historia de Roma, me sentía Dios. Lo había conseguido, o casi, le brillaban los ojos cuando me veía aparecer, sonreía al observarme meter las manos en el maletín esperando ver salir de allí la magia de los cuentos, pero todavía no me pedía más, no con palabras. La última semana, la de antes de las vacaciones de verano, me atreví con los elegiacos latinos, con los poemas más enfurecidos, con los más picantes, con los más dulces. La entristecieron, pero no supe por qué. El último viernes, el día antes de las vacaciones de verano, era el día, el día en que tenía que pedir más o quedarse sin nada. Yo estaba nervioso y contento y expectante, positivamente intrigado, sonriente. Crucé toda la casa a la carrera, deseando entrar en aquella habitación de niña, llamé a la puerta como siempre y entré. Me esperaba allí, los libros de latín cuidadosamente ordenados encima de la mesa de estudio, junto a ellos el diccionario, los bolis, las gomas de borrar y los lápices recién afilados ordenados por tamaños. Ella me esperaba con el gesto tímido e introvertido de los adolescentes, las manos en el regazo y los ojos agradecidos, fijos en mí, desnuda al borde de la cama.


Beatriz Talaván Paniagua.

martes, 3 de marzo de 2009

CREACIÓN: Estética



LOS COLORES

Aunque los colores han realizado múltiples tareas, hay hitos en su Historia que merecen ser resaltados:

Desde que nació la pintura Figurativa, LOS COLORES LLEVABAN DISFRACES a veces toscos, otras, sofisticados y diversos. Interpretaban papeles dentro de los cuadros y se vestían de manzanas, cántaros, retratos, árboles, caballos, cascadas, sirenas, etc., según la idea y el guión que establecía el pintor. Digamos que era algo así como “El teatro de los colores”.

Después, a principios del siglo veinte, cuando surgió la pintura Abstracta Geométrica, LOS COLORES LLEVABAN UNIFORMES. Vestían, homologados, un mismo tono sin luces ni sombras. Desfilaban, con estilo marcial, ordenadamente sobre complejas y sutiles líneas, redes y estructuras. Era algo parecido a “La ingeniería de los colores”.

Luego, a mediados del siglo veinte, apareció el Abstracto Lírico. LOS COLORES SE DESNUDABAN. Sus cuerpos desnudos saltaban de los frascos para bailar en el lienzo. Ya no eran solo intérpretes del pintor - coreógrafo, si no también coautores de éste. Podríamos llamarlo “La danza de los colores”.

Más tarde, a finales del siglo veinte, llegó el Arte Conceptual. Los colores dejaron de ser los protagonistas de la obra. Su presencia ya no era indispensable. Bastaban un par de colores y ya no eran solicitados los nobles pigmentos de antaño. Paradójicamente LOS COLORES SE VERSATILIZABAN.

Podían ser candidatos a colores de una obra los acetatos, los neones, las fotocopias, incluso las palabras con términos de colores. Los antiguos pigmentos y toda su sofisticada relación cromática para obtener matices e intensidades, tenían que codearse con los nuevos candidatos para una escueta participación en la obra conceptual. No importaba el estatus del color. No se requería la presencia de un color sino la idea de un color. Era una especie de “Virtualidad de los colores”.

Hoy, en el siglo 21, queda abierta la pregunta: ¿Qué harán los colores? Ellos han vestido cosas e ideas. Ellos mismos han funcionado como cosas e ideas. Ellos cambian por dentro y por fuera para ayudándonos a mirar. Los colores son la piel de la existencia.

Pilo G-B.

lunes, 2 de marzo de 2009

CREACIÓN: Ensayo



LITTLETARSILADUBLONGWATER
SAMBA



Los que nos dedicamos a observar, damos fe de que todo puede llegar a ser Arte. Hoy comunico a todos aquellos compañeros que aman el arte, de comunicar, expresar, pintar, soñar. Aquellos que dedican su tiempo a analizar con Arte lo ya expresado; aquello que solemos llamar Arte cuando entra en el circuito oficial.

Comunico que debemos dar con arte las gracias, en especial si aman la contemporaneidad, por la presencia de los lienzos de Tarsila do Amaral en nuestra pequeña y tranquila ciudad de Madrid. La fundación Juan March nos la brinda, al compás de guitarra de Villa Lobos. Digo gracias, por la expresión de los rostros que miraban atentos los colores cálidos que esta artista brasileña en sus lienzos plasmó. Colores según ella de una infancia que junto al poeta francés Blaise Cendars en un viaje recobró, traspasándolos a la superficie de un lienzo con acabado “Rolls Royce” y que llegan a miles de ojos captando su energía de un modo cercano lo que les causa satisfacción., “Ensimismada he pasado a mis telas el azul purísimo, el rosa violáceo, el amarillo vivo, el verde cantante”. Muchos han encontrado una cercanía con el Arte contemporáneo, algo en apariencia nimio pero tan latinoamericano como el afán de acercar la obra al espectador, como hizo Lygia Clark. Sin duda los lienzos de la fase Pau Brasil, en especial reconcilian al espectador con la obra.

Aunque es difícil, concretar entre los miles de ojos, si se sintieron mas cercanos a la temática social que elabora tras la crisis bursátil, cercana al comunismo, con un pie en Moscú. He oído voces que prefieren el color a la temática, pero todas coinciden en el valor de crear sintetizando formas y no parecen querer olvidar tu nombre Tarsila do Amaral Dias de Aguiar.

No hay que saber acerca de Leger o Brancusi, tampoco de los colores del romanticismo brasileño, Tarsila do Amaral en su armonía, desde sus inicios y especialmente a su regreso a Brasil, bajo la sombra de “Abapuru”, devora sus colores de infancia, sus experiencias en Paris, sus noches en vela como aquella donde Abapuru nació. Oswaldo y ella, no tuvieron futuro como pareja, pero si dejan de si un legado de Arte fundido, unido que muchos sin saber sus orígenes apreciarán. Desconocen, el componente identitario de unos motivos, simplemente sienten hermoso el pie de Abapuru, el pecho de A negra. Y disfrutan en el puro acto de observar.

De mis manos los niños se llevaban los recortes de toda imagen que hiciera referencia a los lienzos de Tarsila do Amaral, en la mesa los colores de Francis Bacon por repelentes bajo su percepción ¿Será esto extrapolable?. En sus pequeñitas manos, la reproducción de su visión, una nueva Antropofagia, gracias Brasil. Tu mérito en fusionar, lo que durante siglos fué una esencia de lo no civilizado con lo venido del lejano pequeño continente desde donde escribo hoy.

Gracias a tus formas totémicas, muchos han entendido el valor del nuevo espacio que nació en las primeras vanguardias, el espacio imaginado y reinventado, empujado por esa modernidad en forma de ondas. La esencia del volumen, y la ausencia deseada de la profundidad mimética.

No he podido evitar, comentarios al saber de tu origen, nieta de gran empresario Paulista. Con quince años ya pisando un internado Catalán, soltando la mano de tu profesora belga embriagada en los tonos de piano que tu madre sabia tocar. Y luego quien te rodeó en Paris, pero tampoco muchos han entendido que tu segunda exposición individual fuese peor vista que la primera. La gente, que a fin de cuentas es quien te aprecia ha salido envuelta en una sensación de entender algo de la contemporaneidad. A las puertas del ocho de Marzo, pintada y abierta esa puerta por ti mujer.

Aída Cercas.

domingo, 1 de marzo de 2009

ENTREVISTA

OLGA SIMÓN


Olga Simón forma parte de esas personas apasionadas por el arte y por la vida para las que la creación es, más que nada, una necesidad. Tanto su fotografía como sus estudios son prueba de la curiosidad que siente por la vida y por sí misma. Después de su última exposición celebrada en Madrid, Jardín polar, en la que nos invitaba a caminar imagen a imagen por un paisaje exterior-interior en continuo cambio y transformación, nos concede una entrevista en la que esperamos poder conocer algo más de esta artista y de su obra.



¿En qué momento empiezas a interesarte por la fotografía?
Soy licenciada en Bellas Artes. Descubrí la fotografía durante mi carrera y encontré en ella un medio idóneo de expresión que me permitía conseguir cosas diferentes respecto a lo que lograba con otros medios de creación.

¿Qué te seduce de la fotografía?
Múltiples aspectos. Me seduce que se asocie a la realidad, pues esto deja el campo abierto a usarla como herramienta de ficción. Su capacidad de transportar en el tiempo, tanto hacia el pasado como hacia el futuro… como a otros posibles mundos paralelos.
Soy fotógrafo de intangibles: sueños, ideas, miedos… Me seduce usar un medio supuestamente objetivo para plasmar sentimientos subjetivos. Poder usar mundo exterior para investigar, conocer y proyectar el mundo interior.
En realidad, me interesan todos los medios de expresión. Cada uno tiene sus propias características, aportan posibilidades distintas… y yo hago uso de ellas.

¿Qué fotógrafos admiras y cuáles son los que más te han influido?
Admiro a muchos fotógrafos, artistas, pintores, escultores, poetas, literatos… y a mucha gente que no pertenece al mundo del arte.
John Everett Millais y su obra Ofelia. Los libros de Juan José Millás. Louise Bourgeois… Admiro a muchos creadores y a sus obras.
La lista, ceñida a la fotografía, sería interminable: Francesca Woodman, Sam Taylor-Wood, Ellen Kooi, Gregory Crewdson, Anni Leppala…
La persona que más me ha influido como fotógrafo es Duane Michals. Ha supuesto un punto de inflexión en mi trabajo y me atrevo a decir que en el rumbo de mi vida.


¿Qué papel crees que juega la fotografía en el mundo del arte?
Va tomando el papel que le corresponde. Cuando empecé en este mundo aún existía el debate en el que había que defender la capacidad artística de la fotografía como medio. Éste ya está superado… y por tanto el papel de la fotografía es el de ser una herramienta más de creación.

Y…tras las recientes ferias de ARCO y Art Madrid, ¿qué papel crees que juega la fotografía en el mercado del arte?
Se ha integrado. Vivimos en un mundo en el que impera la imagen… Tenía que llegar el momento en que las cosas no podrían ser de otra manera.

La belleza implícita de tus imágenes hace pensar en poesía visual, ¿cómo definirías la fotografía que haces?
Estoy de acuerdo que mis fotografías son estéticamente bellas y que mi trabajo puede resultar poético. No obstante lo primordial para mí es la elección de los temas.
Estoy realizando la tesis doctoral centrada en la fotografía como vía de introspección, como medio que nos permite bucear en los recovecos más profundos del ser.
La belleza es algo que me acompaña, me atrae, surge en mi trabajo… pero sin contenido para mí sería algo vacío… efímero, caduco.


En tu caso, ¿una buena foto se busca o se encuentra?
Ambas posibilidades coexisten. Las busco y provoco en muchas ocasiones. Fotografío sueños, ideas, sentimientos… y difícilmente los “capturo” por la calle.
No obstante estoy atenta a la vida… y en ocasiones me he encontrado de frente con elementos que daban forma explícita a mis ideas.

Un rasgo muy característico de tu obra es que casi siempre utilizas el color…
Comencé fotografiando en blanco y negro, fascinada por el grado de abstracción que esta vía ofrece. Pronto descubrí que mi mundo es en color. Mis sueños son en color.
Fue Duane Michals quien me animó a continuar trabajando en color. Destacó que mi forma de usarlo era en sí mismo un lenguaje propio.

En tu última exposición Jardín polar, Miguel Fernández-Cid habla de paisajes emocionales ¿Tiene esto que ver con tu doctorado sobre la fotografía introspectiva?
Si, está totalmente relacionado. El texto de Miguel Fernández-Cid es todo un regalo. Supo meterse en mi cabeza, entender mis inquietudes… supo ver mi trabajo. Nunca se hubiera podido plasmar mejor.

Con las cartas congeladas que conforman Jardín polar introduces el lenguaje en la fotografía, y el lenguaje como paisaje… ¿estas cuestiones formaron parte de tu proceso creativo, o fue todo mucho más visceral?
Jardín polar nace a raíz de una única carta. LA CARTA.
Como todos mis trabajos, parte de una experiencia personal, con lo que el punto de partida siempre es visceral. Después hay todo un proceso en el que se provocan cosas, mientras que otras surgen por si solas, de manera espontánea.
A la hora de trabajar, introduzco el lenguaje, la palabra, la instalación, la fotografía, la luz, la costura, la pintura... Cuando necesito expresar o plasmar algo, hago uso de aquellos medios que me facilitan la posibilidad de hacerlo. Es así de sencillo.

¿Estableces diferencias entre narcisismo e introspección?
Las hay desde la propia terminología. Pero cuando empleo la palabra “fotografía narcisista” la empleo en el sentido de “introspección”.
Enamorarse de uno mismo o creerse el centro del mundo, no es lo que me interesa.
Investigar en uno mismo para comprender la propia visión que uno tiene sobre el mundo, sí. Me parece valiente.


Llegar al público, ¿es algo que te preocupe?
En un primer momento realizo mi trabajo respondiendo a mis propias inquietudes. Después, si va a ser visualizado, pienso mucho en cual es la manera en que va a percibirlo el espectador, con el fin de que una y otra cosa mantenga cierta coherencia.
La realidad es que nada es inocente. En cuanto algo se cuelga en una pared y otra persona la observa, el diálogo que el espectador entabla con esa imagen es en cada caso particular, dependiente de sus condiciones, conocimientos, sensibilidad, experiencia de vida… Me interesa que mi trabajo interese. Me llena de satisfacción saber que no deja indiferente.

En Jardín polar utilizas hielo, un material “indefinido”, “en fase de transformación”… ¿te interesan los efectos sorpresa de los materiales?
En general me interesan los efectos sorpresa de la vida.
En el caso de Jardín polar investigué entorno a la idea de cambio y evolución. Trabajé con el hielo por exigencias de mi propio guión. Pero es cierto que me sorprendió lo que iba encontrando durante el proceso. Me hizo descubrir cosas…

¿Trabajas por series temáticas?
Todos tenemos nuestros grandes temas.
En ocasiones una duda o emoción queda plasmada en una única foto. En otras ocasiones requiere más y opto por realizar una serie… Pero al final todo pertenece a lo mismo. Responde a unos intereses propios… Creo que podrían “agitar” todas mis imágenes… y el resultado continuaría formando parte de un mismo todo… sin demasiadas diferencias.

¿Qué proyectos tienes pendientes?
Continuar viva!!! Permitir que la vida me siga sorprendiendo. Continuar trabajando intensamente en aquello que me interese, con la misma constancia, curiosidad e ilusión.

Por último, ¿podrías dar algún consejo a quien empieza?
Las únicas claves que podría ofrecer son las que me repito a mí misma:
Respetar tu propio trabajo. Trabajar incansablemente. Buscar tu camino en la vida y desarrollar tu propia filosofía. Estamos en una carrera de fondo, donde lo importante no es llegar a la meta, sino aprender y disfrutar de cada paso del camino.


Entrevista: Jennifer Calles.