lunes, 2 de marzo de 2009

CREACIÓN: Ensayo



LITTLETARSILADUBLONGWATER
SAMBA



Los que nos dedicamos a observar, damos fe de que todo puede llegar a ser Arte. Hoy comunico a todos aquellos compañeros que aman el arte, de comunicar, expresar, pintar, soñar. Aquellos que dedican su tiempo a analizar con Arte lo ya expresado; aquello que solemos llamar Arte cuando entra en el circuito oficial.

Comunico que debemos dar con arte las gracias, en especial si aman la contemporaneidad, por la presencia de los lienzos de Tarsila do Amaral en nuestra pequeña y tranquila ciudad de Madrid. La fundación Juan March nos la brinda, al compás de guitarra de Villa Lobos. Digo gracias, por la expresión de los rostros que miraban atentos los colores cálidos que esta artista brasileña en sus lienzos plasmó. Colores según ella de una infancia que junto al poeta francés Blaise Cendars en un viaje recobró, traspasándolos a la superficie de un lienzo con acabado “Rolls Royce” y que llegan a miles de ojos captando su energía de un modo cercano lo que les causa satisfacción., “Ensimismada he pasado a mis telas el azul purísimo, el rosa violáceo, el amarillo vivo, el verde cantante”. Muchos han encontrado una cercanía con el Arte contemporáneo, algo en apariencia nimio pero tan latinoamericano como el afán de acercar la obra al espectador, como hizo Lygia Clark. Sin duda los lienzos de la fase Pau Brasil, en especial reconcilian al espectador con la obra.

Aunque es difícil, concretar entre los miles de ojos, si se sintieron mas cercanos a la temática social que elabora tras la crisis bursátil, cercana al comunismo, con un pie en Moscú. He oído voces que prefieren el color a la temática, pero todas coinciden en el valor de crear sintetizando formas y no parecen querer olvidar tu nombre Tarsila do Amaral Dias de Aguiar.

No hay que saber acerca de Leger o Brancusi, tampoco de los colores del romanticismo brasileño, Tarsila do Amaral en su armonía, desde sus inicios y especialmente a su regreso a Brasil, bajo la sombra de “Abapuru”, devora sus colores de infancia, sus experiencias en Paris, sus noches en vela como aquella donde Abapuru nació. Oswaldo y ella, no tuvieron futuro como pareja, pero si dejan de si un legado de Arte fundido, unido que muchos sin saber sus orígenes apreciarán. Desconocen, el componente identitario de unos motivos, simplemente sienten hermoso el pie de Abapuru, el pecho de A negra. Y disfrutan en el puro acto de observar.

De mis manos los niños se llevaban los recortes de toda imagen que hiciera referencia a los lienzos de Tarsila do Amaral, en la mesa los colores de Francis Bacon por repelentes bajo su percepción ¿Será esto extrapolable?. En sus pequeñitas manos, la reproducción de su visión, una nueva Antropofagia, gracias Brasil. Tu mérito en fusionar, lo que durante siglos fué una esencia de lo no civilizado con lo venido del lejano pequeño continente desde donde escribo hoy.

Gracias a tus formas totémicas, muchos han entendido el valor del nuevo espacio que nació en las primeras vanguardias, el espacio imaginado y reinventado, empujado por esa modernidad en forma de ondas. La esencia del volumen, y la ausencia deseada de la profundidad mimética.

No he podido evitar, comentarios al saber de tu origen, nieta de gran empresario Paulista. Con quince años ya pisando un internado Catalán, soltando la mano de tu profesora belga embriagada en los tonos de piano que tu madre sabia tocar. Y luego quien te rodeó en Paris, pero tampoco muchos han entendido que tu segunda exposición individual fuese peor vista que la primera. La gente, que a fin de cuentas es quien te aprecia ha salido envuelta en una sensación de entender algo de la contemporaneidad. A las puertas del ocho de Marzo, pintada y abierta esa puerta por ti mujer.

Aída Cercas.

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