martes, 15 de diciembre de 2009

LITERATURA


Marguerite Duras
El amante
Ed. Tusquets, 1992

Dentro de la prolífera obra de Marguerite Duras brilla con especial carácter El amante, su novela más conocida, por lo menos desde que Annaud la llevó al cine. Un escrito tardío, publicado ya en 1984, refleja como pocas entre sus obras lo que se podría resumir como el leit motiv constante de la autora; el enfoque casi palpitante, siempre subyacente, del deseo. Se trata de una narración autobiográfica, marcadamente iniciática, en la que se nos presenta la aventura amorosa entre una adolescente de quince años y un comerciante chino algo mayor, en el marco de la Indochina de primeros del XX. Este argumento sirve a Duras para desarrollar una poderosa narración pasional, en la que se imbrican las experiencias vitales que marcarán la construcción de la identidad personal, junto a una profunda ecología del deseo como motor existencial. Se trata de una novela que aúna, con sencillez y magisterio, un fino erotismo junto a una prosa preñada de poesía descriptiva.


Clark Ashton Smith
Zothique
Ed. Edaf, 1990


Dentro de los escritores que surgieron en los años veinte a la lumbre de la revista Weird Tales, paradigma de la literatura de índole pulp, nombres como los de Robert E. Howard o H.P. Lovecraft brillan con una turbia luz propia. Sin embargo, rémoras y deméritos estilísticos varios les han impedido entrar en el Olimpo de la literatura general. No ocurre así, a mi juicio, con C. Ashton Smith. Cohabitando unos argumentos impregnados de oscuridades abismales, en las que medran entidades ajenas al entendimiento, con una prosa narrativa firme, brillante a la par que recargada y exótica, embebida de la languidez mórbida propia de las visiones alucinadas por el opio, Smith es un escritor que mezcla los conceptos más lúdicos de Lovecraft con el estilismo decadente del mejor Flaubert. El libro de cuentos de Zothique, llamado así a tenor del continente futurible y ficticio invención del escritor, reúne gran parte de su narrativa breve traducida al castellano.


Albert Béguin
El alma romántica y el sueño
Ed. F.C. Económica, 1978

Si el mes pasado hablaba de La carne, la muerte y el diablo, el texto ejemplar sobre romanticismo literario de Mario Praz, parece difícil, sin pecar de flagrante injusticia, no dedicar unas líneas al otro gran ensayo sobre el tema, a cargo de Albert Béguin. Si bien, pese a sus virtudes, el estudio de Praz puede acabar convirtiéndose en un decálogo de erudición estadística, Béguin nunca cede a esa morosa tentativa. Propone, a diferencia, un camino definido -la importancia del sueño en el romanticismo alemán y la poesía francesa-, para desarrollar una teoría global, encauzada a vislumbrar las ideas fundamentales que se ocultan tras muchos de los escritos claves en la producción literaria de los grandes de la época, preponderancia de Novalis, Hoffmann, Tieck o Gerard de Nerval. En este imprescindible estudio, el sueño se revela como vínculo entre universo y alma, noctívaga inspiración en la búsqueda del ideal.


Juan Rulfo
Pedro Paramo
Ed. Debate, 2000


Esto no es una recomendación. Se trata, en todo caso, de una franca deploración. En realidad, resulta risible que una novela como esta se haya erigido, casi institucionalmente, como gran exponente de la literatura hispanoamericana, existiendo escritores de la talla de Cortázar, Borges o incluso Horacio Quiroga, para demostrar que no todo ha de ser tedio, petulancia, pesadumbre y carta blanca para el despropósito narrativo, cualidades todas ellas que Pedro Páramo aúna sin el menor pudor. Sus ínfulas de alcance absoluto, de universalidad trascendente, hacen aún más patética la historia de Juan Preciado en busca de su padre en ese erial odioso, pretendidamente dentro y fuera del espacio, que es Comala. Con esfuerzos que remedan torpes pataleos, Rulfo intenta marcar la trama en una continua distorsión entre realidad y fantasía, presente y pasado, para sólo lograr la cristalización de un pestiño pretencioso y muy, muy lamentable.

J. F. Pastor Pàris

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