martes, 15 de diciembre de 2009

CRÍTICA DE CINE



UN LUGAR DONDE QUEDARSE

Esta es la segunda película de Sam Mendes (director de “American Beauty”) que se estrena este año en nuestro país. La primera, la extraordinaria “Revolutionary Road”, había dejado no obstante un regusto amargo por su desesperanzada visión de la familia norteamericana. Parece como si la ligera “Un lugar donde quedarse” hubiera servido a Mendes como una especie de terapia. Porque, a pesar de que hay lugar para el sarcasmo y la crítica a distintos estamentos de la sociedad americana, el encanto humilde de la pareja protagonista (interpretada por actores no famosos) contagia al espectador en una historia en la que sí hay un horizonte de esperanza. Únicamente algún trazo demasiado grueso en los retratos más irónicos se sale de un conjunto bastante equilibrado.


LUNA NUEVA

Es innegable que la saga “Crepúsculo” se ha convertido en un fenómeno de masas. Pero eso no quiere decir que detrás de ese éxito haya una propuesta cinematográfica digna.
Lo peor de “Luna nueva” no es el diálogo cursi; tampoco la descarada estética de anuncio de ropa interior masculina; tampoco los efectos especiales de segundo nivel. Lo peor de este subproducto, en definitiva, no es que sea malo, sino que es aburrido, el único pecado que no puede cometer el cine comercial. La línea argumental es mínima, pero se desarrolla de forma lenta a lo largo de dos horas eternas e insufribles. Además, la heroína que millones de chicas admiran resulta no tener interés por nada: se pasa la película mirando por la ventana y pensando en suicidarse. Una chica que se entrega de forma sumisa a una relación que la consume no es un ejemplo muy edificante.


PERFIL: JAMES CAMERON
(Director de “Avatar”, estreno de este mes):

Tras la intrascendente “Piraña 2”, Cameron se presentó ante el mundo con un clásico de la ciencia-ficción: “Terminator” (1984), en la que inventaba un icono basado en las pesadillas tecnológicas de “Blade Runner”. No es extraño, pues, que le ofrecieran dirigir la secuela de la otra obra magna de Ridley Scott (“Alien”): el “Aliens” (1986) de Cameron recuperaba la atmósfera malsana del original y lo amplificaba hasta convertirlo en un espectáculo de acción en cuyo corazón latía la humanidad de la historia de Ripley. Tras bajar un poco el nivel con “Abbyss” (1989), Cameron ofreció otro clásico, “Terminador 2” (1991), una historia que ampliaba y mejoraba el original, unida a unos revolucionarios efectos digitales. Tras internarse con éxito en la comedia de acción (“Mentiras arriesgadas”, 1994), Cameron batió todos los records de taquilla y de Oscars con “Titanic”, hábil mezcla de espectáculo y romance, al estilo del viejo Hollywood.

Federico Alba.

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