ENRIQUETA ANTOLÍN, Regiones devastadas.

Estamos a mediados de los años cincuenta y es la realidad macabra de esta época de silencios y secretos el marco en el que se desarrolla el relato. La mirada de la protagonista, guiada por la curiosidad y el atrevimiento de la adolescencia irá desvelando hechos y situaciones terribles que la guerra dejó tras de sí. A la vez descubrirá en sí misma un cuerpo nuevo, los primeros amores, las amistades y las confesiones que van a fraguar al adulto en el que algún día tendrá que convertirse. Pese a lo que pueda parecer Regiones devastadas no es una novela triste, sino el relato de un tránsito de la niñez a la pubertad en medio de la realidad social, psicológica y moral del Toledo de los años 50.
GONZALO TORRENTE BALLESTER,
La saga/fuga de J.B.

La saga/fuga de J.B., obra surrealista y una de las ficciones más ambiciosas de la literatura española del siglo XX., es la narración de varios destinos que se desarrollan en el tiempo a través de sucesivos personajes y al hilo de la incesante reencarnación de una misma trama: la aparición y posterior huída de la ciudad de Castro Forte, de un hombre extraordinario que responde a las iniciales J.B.. La saga de las fugas de los J.B se prolonga por los siglos hasta la llegada del espurio José Bastida.
BENITO PÉREZ GALDÓS, Misericordia.
Muestra del realismo social de finales del XIX en España, Misericordia es un retablo de la miseria de Madrid en sus infinitas gradaciones a la vez que un retrato del ser humano: capaz de abnegación sin límites y de ingratitud igualmente infinita. A lo largo de la novela Galdós va mostrando, con maestría, la anatomía del Madrid decimonónico como si jugara con nosotros a abrir el “zum” de una cámara fotográfica. De la mano de su protagonista, Benigna, Nina, Benina, nos arrastra por las calles y plazas más emblemáticas de la capital sumergiéndonos en una historia de miseria donde el plano de la realidad cotidiana de sus habitantes se entremezcla con el de sus deseos y sus necesidades. El primero de estos aparece esbozado con la precisión naturalista propia de la época. En el otro, en el de la fantasía, la imaginación de los diferentes personajes traza su propio mundo irreal de sueños e ilusiones. Este último se entremezcla tanto con el primero, que incluso la figura de don Romualdo, creación de la protagonista para justificar sus salidas a pedir limosna, consigue emerger a la realidad dejando tan desconcertada a la pobre Nina como al propio lector.
EMILIA PARDO BAZÁN, Los Pazos de Ulloa.

Beatriz Talaván Paniagua.
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