Sombras de la Historia del Arte

En su ensayo “Elogio de la sombra”, el escritor japonés Tanizaki narra cómo Occidente a dado la espalda a la sombra para centrarse en la luz, mientras que Oriente se recrea en ella y la hace partícipe de sus obras. Algo parecido dice E.H. Gombrich: los grandes pintores de la historia del arte occidental han dejado de lado el elemento sombra dentro de sus composiciones, ya sea por motivos de índole religiosa-metafísica que por motivos técnicos.

Dividida en once secciones, la exposición comienza con una serie de obras que ilustran el hipotético origen de la pintura en Corinto, donde una joven muchacha, hija del alfarero Butades de Sición habría trazado el contorno de su amante sobre una pared a la luz de una vela, según cuenta Plinio el Viejo. A partir de aquí comienza un análisis de la sombra, desde el Renacimiento (momento en el que la búsqueda de la perspectiva comienza a ser importante para conquistar el espacio de una manera creíble, por lo que mediante el juego lumínico artistas como Lorenzo di Credi o Jan Van Eyck consiguen que la figura comienza a ocupar un volumen dentro de un espacio medible) hasta su presencia en el cine, con un papel destacado para la cinematografía surgida en el ámbito del expresionismo alemán.

Con las primeras vanguardias cubistas y su visión bidimensional la sombra desaparece hasta que De Chirico la retoma en sus vistas de una Ferrara metafísica. Junto a él, los artistas de los realismos mágicos dan un uso cinematográfico y algo siniestro a la sombra, como sucede en las obras de Willink, Hopper o Christian Schad. El Surrealismo jugará con la sombra para enriquecer su estética de los sueños y dotarla de cierto carácter onírico, y con la aparición de la fotografía surge una nueva vertiente que dará mayores posibilidades a fotógrafos como Rodchenko o Man Ray para investigar los usos y significados que la sombra tiene dentro del espacio artístico.
Umberto Castillo Biscari.
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