lunes, 4 de mayo de 2009

CREACIÓN: Estética



REARTE


La “Sociología del Arte” distingue entre obra producida: aquella recién realizada por el autor, y obra recibida: la interpretada por el contemplador.

Esto parece sugerir diversas posibilidades:

a) Disponemos de una misma obra con dos nombres distintos.
b) Disponemos virtualmente de dos obras distintas.
c) Disponemos de una obra que nace, muere y se transforma en otra.

Cualquiera de los tres enfoques apunta hacia un mismo matiz: el peso del contemplador sobre la obra de arte. Tan intensa es la participación del contemplador, que bautiza la obra de arte con un nuevo nombre. Pero tampoco termina aquí su influencia pues antes de bautizar obras, el contemplador, además, es el que detecta el arte. Al menos así opina Jauss Ingarden cuando dice: Una obra de arte existe cuando el contemplador la recrea. Tras detectar el arte, se selecciona por consenso del conjunto de contempladores que constituyen los llamados “mundos del arte” o World Art. Es lo que afirma George Dickie al decir: La obra de arte es el artefacto al que se le otorga un estatus de candidato a ser contemplado por aquellas personas que actúan en nombre de cierta institución social

Vemos pues que el contemplador no se conforma con contemplar.

El contemplador, detecta el arte, lo selecciona, lo bautiza. Interpreta, adjunta, extrae, introduce, incorpora, hace, deshace, participa, se involucra de tal manera, que finalmente: crea. El contemplador se volvió autor.

¿Será que el arte es contagioso? Algo tendrá que ver el artista en todo este asunto. Si no por artista, por contemplador. Al fin y al cabo el artista es el primer contemplador, el primero en ver su obra finalizada, comoquiera que luego se llame. Podría compararse al artista con el jugador de ajedrez, y a su obra producida como al “Jaque Mate” final de la partida. Pero el contemplador únicamente ve el movimiento final, el Jaque Mate. No puede asistir al desarrollo de la partida porque está en la mente del artista y nadie puede introducirse en la mente de otro. Si el contemplador quiere revivir la partida, esto es, la experiencia del artista, debe reconstruir los movimientos a partir del final, dando marcha atrás hasta llegar al principio. Las combinaciones son inmensas, pero el contemplador se afana generando múltiples opciones entre las cuales, quizá, se encuentre la que desarrolló el artista. En cualquier caso el resultado es una multiplicación de opciones en forma de textos, interpretaciones, poemas, melodías, catálogos, fotos, vídeos, representaciones teatrales, ilustraciones, y un sinfín, podríamos decir, de obras anexas, obras de los contempladores, obras que parten del Arte para hacer Rearte.

Si el contemplador evalúa el arte del artista, ¿quién evalúa el rearte del contemplador?, ¿los marcianos?

Los contempladores dicen que el artista es un personaje extravagante y complicado, como si no fuera con ellos, como si los contempladores estuvieran libres de pecado.


Pilo G-B.

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