sábado, 14 de noviembre de 2009

RELATO-FOTOGRÁFICO


Yo ya no puedo volver atrás…


Yo ya no puedo volver atrás porque yo empujé a la vida para que fuera esto que vivo, y he vivido siempre en la cumbre. ¿Por qué no dejar de hacerlo en otra? Una más blanca, más limpia, más pura.

¿Cómo llegué antes hasta allí, hasta esas alturas, hasta esos hielos? Haciendo lo que debía, cuando debía, como debía; estando en el lugar adecuado y en el momento adecuado. ¿Qué más da si me arrepiento? Os escribo para deciros que os quiero, que os hecho de menos sin haberos tenido nunca, sin recordar todos los momentos que he pasado con vosotros porque siempre he estado demasiado ausente. No es verdad que todo lo que hice lo hiciera por vosotros. Otros como yo me brindaban tal excusa, yo llegué a creérmela. Creí que lo teníais todo, que mi dinero y mi ambición os lo daban todo. En mi mundo el dinero compraba cualquier cosa, hasta la felicidad.

Os quise, os quiero, fuisteis el fruto de un amor verdadero, difícil creerlo ¿verdad? También a vuestra madre la abandoné en pro de la causa mayor que no era sino yo.

Sé de buena fe, lo he visto, que otros se han cruzado en vuestros caminos y que habéis aprendido de ellos lo que, quizás, yo, un padre, debía haberos enseñado. Digo quizás porque no lo sé. No sé cómo se vive otra vida, qué debe enseñar un padre a sus hijos. Si he de ser sincero, me alegra que no hayáis seguido mis pasos. Vosotros sois mejores, lo haréis mejor.

Os escribo mientras hago un alto en el camino, cuando corone la cumbre me dejaré ir, estoy cansado. He encontrado un risco que me abriga un poco del frío y los vientos, aquí puedo escribiros. He traído papel y pluma conmigo. No sé el tiempo que hace que no escribo una carta. ¿Llegaréis a leerla? El aire limpio me hace bien, me despeja la mente y me deja concentrarme en vosotros. He estado siempre tan ocupado…


Debéis de estar preguntándoos qué ha llevado al loco de vuestro viejo a hacer una cosa como ésta, dejarlo todo, y desaparecer sin decirle a nadie ni adónde ni por qué. En realidad he preparado mucho mi último ascenso, el único para el que no me siento viejo y cansado. En algún momento reciente me volví un sentimental, ¿quién lo habría dicho?

¿Sabéis? Estoy orgulloso de quienes sois. No os lo he dicho nunca. Me pregunto cómo viniendo de donde venís os mantuvisteis tan puros, cómo llegasteis a convertiros en los hombres que sois. Yo no he sido buena persona, las altas esferas ensucian las manos y el alma. Tampoco he sido valiente o admirable, nunca luché contra nada, vi, callé e imité las acciones más viles. Lo peor, uno aprende a vivir con ello, a seguir durmiendo por las noches.

Quizás, si no os hubiera perdido hace tanto tiempo tendría mil cosas que preguntaros. Ahora ya da igual, a medida que avanzo por esta laderas, se me hace más nítido todo aquello a lo que renuncié. Vosotros sois el sacrifico más grande y lo hice sin darme cuenta, ¿qué otras cosas no habré notado? ¿Cuánto me habré perdido?

Espero que las pocas explicaciones de esta carta os ayuden a entender un poco por qué me marcho así. Ya estaba….

Texto de Beatriz Talaván basado en fotografías de Olga Simón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario