sábado, 14 de noviembre de 2009

LITERATURA


Más que humano
Theodore Sturgeon
Ed. Minotauro, 2002

Novela lindante con el falaz despropósito en múltiples ocasiones y con la genialidad desbocada en otras tantas, Más que humano se podría designar como el trabajo más representativo de su autor, el irredento Sturgeon. Ejemplificando, por tanto, muchas de sus teorías peregrinas y un tanto sensibleras acerca del ser humano y la moral, el libro nos enmarca el retrato de un grupo de adolescentes marginales, poco menos que vagabundos, dotados de poderes psíquicos. Suerte de X-Men versión homeless, el autor desdice todo el andamiaje acerca de la plena potestad del héroe tan en boga en la ciencia ficción de mediados del siglo pasado, bajo una propuesta que trae una vaga semblanza con Freaks, de Browning, en talante amable. Sin embargo, su carencia de ironía, sus convencionalismos narrativos, la molesta pretensión psicologista acerca de la teoría de la gestalt… Son muchos los elementos que sitúan su valor literario en un ligero brete.


Suave es la noche

F. Scott Fitzgerald
Ed. Plaza & Janés, 1983


¿Existe vida en Fitzgerald más allá de El Gran Gatsby? Muchos dirían que no, y quizá tengan razón. No obstante, disintiendo con la potencial caterva de cínicos recalcitrantes con la que suelo comulgar, debo decir que Tender is the night es una novela mucho más compleja y personal, un auténtico mosaico de las relaciones humanas y de los precarios abismos de la inestabilidad mental. Bajo el marco contextual que suponen los avatares de Dick Diver, suerte de entrañable vividor catapultado a la dolce vita por su matrimonio con una rica heredera, Fitzgerald dibuja un impecable cuadro de la alta sociedad norteamericana en el periodo de entreguerras, una generación envuelta en un devenir errático de diversiones y lujos varios, en constante huida de sí mismos. Aún sin preocuparse tanto por el cómo en demérito del qué, el autor emplea un ritmo firme y un lenguaje sensorial, pleno de ejemplificaciones, para enmarcar una historia memorable.


La carne, la muerte y el diablo
Mario Praz
Ed. Acantilado, 1999


Famoso crítico y estudioso italiano, Mario Praz es bien conocido por todos, (o debería serlo) merced a ensayos como Gusto Neoclásico y otros muchos trabajos referentes a ámbitos próximos a la Hª del Arte (véase su estudio sobre Canova). Con La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica, Praz gestó uno de los documentos fundamentales para el enfoque de la crítica en la literatura decimonónica. Mediante un análisis exhaustivo y de gran erudición acerca de las principales obras y autores del romanticismo francés, inglés o italiano, el autor extiende su visión en planos prerrománticos y en sus posteriores concomitancias en el decadentismo finisecular, todo ello bajo el prisma del lirismo que impregna muchas de las visiones de mórbida sensualidad tan al gusto de Baudelaire, Richardson, Keats, Mathew G. Lewis o el mismo Sade. Un ensayo absolutamente imprescindible.

Kwaidan
Lafcadio Hearn
Ed. Siruela, 1988


Los que desde niños hemos experimentado una poderosa fascinación por todo lo referente a Japón, su cultura, historia y costumbres, le debemos mucho a Lafcadio Hearn. Es esta una deuda que arrastraba incluso Borges, lo que debería dar idea del magisterio en tales lides de este escritor y periodista, desembarcado en el Japón en los primeros compases del periodo Meiji. Gran amante del folklore de su país adoptivo, en Kwaidan, su obra más conocida en el tema de lo fantástico, Hearn recoge multitud de leyendas y tradiciones orales extraídas de lo profundo del imaginario sobrenatural japonés, cristalizándolas en cuentos y relatos breves escritos en su característico estilo sobrio, fiel reflejo de parte de la idiosincrasia japonesa e impregnado del poderoso lirismo de lo extraño y maravilloso. Varios de estos cuentos fueron llevados al cine en la película homónima (Kwaidan, M. Kobayashi, 1964), una de las obras maestras del cine fantástico oriental.

J. F. Pastor Pàris

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